Por primera vez en la historia, los gases de efecto invernadero responsables de la destrucción de la capa de ozono han disminuido significativamente. Esta notable disminución marca un hito en la lucha contra el deterioro de esta estructura protectora esencial para la vida en la Tierra.
El hallazgo proviene de un estudio reciente liderado por expertos de la Universidad de Bristol, publicado en la revista Nature Climate Change.
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Los hidroclorofluorocarbonos (HCFC) son gases liberados por sustancias químicas comúnmente utilizadas en la fabricación de aerosoles, envases y espumas. Estos compuestos incluyen cloro, un elemento que contribuye al efecto invernadero y al calentamiento global, lo que ha resultado en un grave daño a la capa de ozono.
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En 2021, las emisiones de HCFC alcanzaron su punto máximo, representando la mayor contribución al calentamiento global de su historia, y esto ocurrió cinco años antes de lo previsto por los expertos, detalló National Gepgraphic.
Descenso de los niveles de gases de efecto invernadero
Sin embargo, un equipo internacional de científicos ha confirmado que las regulaciones internacionales que limitan la producción de HCFC están teniendo un impacto positivo.
Los niveles atmosféricos de estos gases han comenzado a disminuir, con un cambio que empezó a notarse ligeramente entre 2022 y 2023 y que ahora se está haciendo más evidente.
Este descenso se ha detectado a través de mediciones de alta precisión en observatorios atmosféricos globales, utilizando datos del Experimento Avanzado de Gases Atmosféricos Globales (AGAGE) y de la Administración Nacional Atmosférica y Oceánica (NOAA) de Estados Unidos.
Efectividad de los compromisos internacionales
Este éxito subraya la importancia de compromisos climáticos como el Protocolo de Montreal, acordado en 1987, destinado a mitigar el cambio climático inducido por el uso de sustancias que agotan la capa de ozono (SAO). La regulación internacional de los HCFC está ocurriendo de manera gradual, y se prevé que su uso quede totalmente prohibido para el año 2040, siguiendo el ejemplo de los clorofluorocarbonos (CFC), cuyo uso fue prohibido en 2010.
En lugar de HCFC, se están desarrollando compuestos alternativos como los hidrofluorocarbonos (HFC), que no son dañinos para la capa de ozono. Este cambio no solo protege la ozonosfera, sino que también contribuye a la lucha contra el calentamiento global.
El estudio de la Universidad de Bristol y las mediciones precisas realizadas demuestran que las acciones internacionales y los compromisos climáticos están funcionando.
La disminución de los gases de efecto invernadero que destruyen la capa de ozono es un logro significativo que ofrece esperanza para el futuro de nuestro planeta y refuerza la necesidad de continuar con políticas ambientales rigurosas y efectivas.