Entre 2024 y 2025, se espera que el Sol alcance el máximo de su ciclo de actividad solar número 25, lo que podría desencadenar una tormenta solar intensa con capacidad para afectar satélites, redes eléctricas, sistemas de telecomunicación y GPS. Los expertos del Servicio de Clima Espacial del Instituto de Geofísica (IGf) de la UNAM advierten que este fenómeno natural puede tener un impacto global, ya que las tecnologías esenciales para la vida moderna están directamente expuestas a sus efectos.
El ciclo solar dura aproximadamente 11 años. Durante el mínimo de actividad, la superficie del Sol permanece "tranquila", pero en su fase máxima, aparecen manchas solares, que son indicadores de una mayor probabilidad de tormentas solares. Estas manchas señalan zonas con intensa actividad magnética, capaces de liberar explosiones de energía en forma de viento solar.
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¿Cómo afecta una tormenta solar a la Tierra?
Las tormentas solares ocurren cuando el viento solar (una corriente de partículas cargadas) impacta con la magnetosfera terrestre, generando perturbaciones electromagnéticas. Estas perturbaciones pueden dañar los satélites en órbita, desorientar los sistemas de navegación GPS, interrumpir telecomunicaciones e incluso provocar apagones eléctricos.
Un ejemplo histórico de este tipo de fenómeno es el evento Carrington, ocurrido en 1859, cuando una poderosa tormenta solar causó fallas en la red de telégrafos de todo el mundo y produjo una aurora boreal visible hasta en México. En esa época, el daño fue limitado, pero hoy, con una sociedad hiperconectada, el impacto podría ser catastrófico.
¿Qué está haciendo México para prepararse?
En 2014, México incluyó a las tormentas solares en la Ley General de Protección Civil, reconociéndolas como un fenómeno natural a monitorear. Desde entonces, la UNAM, el CENAPRED (Centro Nacional de Prevención de Desastres) y la Agencia Espacial Mexicana trabajan en la creación de protocolos de alerta temprana.
Estos protocolos incluyen la notificación a entidades clave, como la Comisión Federal de Electricidad (CFE), el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) y las fuerzas armadas, para que puedan aplicar medidas preventivas. Estas medidas incluyen la interrupción temporal de la red eléctrica y la desconexión de satélites vulnerables para evitar daños irreparables.
A diferencia de los terremotos o huracanes, las tormentas solares no pueden predecirse con exactitud. Sin embargo, los científicos monitorean las manchas solares y el viento solar en busca de señales de alerta. Cuando detectan una posible tormenta, emiten una alerta temprana con horas o días de anticipación.
Para reducir los riesgos, los países están desarrollando planes de respuesta, ya que una tormenta solar extrema podría paralizar satélites, internet, redes eléctricas y sistemas GPS.
Fuente: La UNAM no le quita la vista al Sol y a sus tormentas ni por un segundo
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