TORMENTA SOLAR

¿Qué impacto tuvo en los seres vivos la tormenta solar de 1859?

Aunque no representan una amenaza directa de destrucción total para la Tierra, su impacto en nuestra sociedad moderna podría ser devastador

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Las tormentas solares son uno de los fenómenos más fascinantes y temidos del espacio exterior, y aunque la idea de que una de estas tormentas podría destruir la Tierra parece sacada de una película de ciencia ficción, la realidad es que podrían causar serios estragos en nuestro mundo altamente tecnológico. Para entender mejor el impacto que podrían tener y cómo hemos aprendido a lidiar con ellas, es esencial analizar eventos pasados y los avances científicos recientes.

La tormenta solar de 1859: El evento Carrington

El 1 de septiembre de 1859, Richard Carrington, un astrónomo británico, observó un fenómeno inusual mientras dibujaba manchas solares: un gran destello de luz que emanaba de la superficie del Sol. Lo que Carrington no sabía en ese momento era que este destello, conocido hoy como una erupción solar, estaría acompañado por una eyección de masa coronal (EMC), una gran nube de plasma y partículas cargadas que se dirigían directamente a la Tierra. Solo 17 horas después, una de las tormentas solares más fuertes registradas en la historia alcanzó nuestro planeta, desencadenando el famoso evento de Carrington.

Este evento provocó una intensa tormenta geomagnética, que iluminó los cielos nocturnos con auroras boreales visibles hasta en lugares tan al sur como Colombia. Los sistemas de telégrafo, la tecnología más avanzada de la época, dejaron de funcionar, generando chispas que incluso prendieron fuego a algunas oficinas. Afortunadamente, en 1859, no dependíamos de la tecnología como lo hacemos hoy, por lo que los daños fueron mínimos.

¿Qué sucedería si un evento como el de 1859 ocurriera hoy?

La sociedad actual depende en gran medida de la tecnología y la electricidad para casi todo: comunicaciones, transporte, alimentos y suministros básicos. Si un evento similar al de 1859 ocurriera en la actualidad, las consecuencias serían devastadoras. Los satélites que utilizamos para GPS, internet y comunicaciones globales podrían fallar, y las redes eléctricas podrían sufrir apagones masivos. Se estima que una tormenta solar del mismo calibre podría causar daños valorados en más de 2,6 trillones de dólares solo en los Estados Unidos, con un tiempo de recuperación que podría extenderse por años.

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De hecho, en 2012, la Tierra estuvo a punto de ser golpeada por una eyección de masa coronal de gran magnitud. Afortunadamente, la tormenta pasó de largo, pero si hubiera ocurrido solo una semana antes, habría causado estragos en los sistemas electrónicos del mundo entero.

¿Cómo funciona el Sol y qué causa las tormentas solares?

El Sol es una estrella en constante actividad, donde cada segundo, 700 millones de toneladas de hidrógeno se convierten en helio mediante el proceso de fusión nuclear. Esta reacción genera una enorme cantidad de energía que es transportada desde el núcleo hasta la superficie a través de corrientes de plasma, formando el campo magnético solar.

Sin embargo, el campo magnético del Sol no es uniforme. Debido a la rotación diferencial de la estrella —más rápida en el ecuador que en los polos—, las líneas del campo magnético se retuercen, formando manchas solares, regiones más frías y oscuras en la superficie del Sol. En ocasiones, estas manchas generan grandes erupciones que pueden liberar enormes cantidades de energía en forma de eyecciones de masa coronal.

Cuando estas eyecciones de plasma cargado alcanzan la Tierra, interactúan con el campo magnético de nuestro planeta, provocando tormentas geomagnéticas. Si son lo suficientemente fuertes, estas tormentas pueden deformar la magnetosfera y causar interferencias en los sistemas eléctricos y satelitales.

¿Cómo podemos prevenir los daños de una tormenta solar?

A pesar de que no podemos evitar que ocurran tormentas solares, los avances científicos recientes nos están ayudando a prepararnos mejor para estos eventos. La misión Solar Orbiter, una colaboración entre la ESA y la NASA, tiene como objetivo estudiar el Sol de cerca para entender mejor sus ciclos de actividad. Esta misión busca proporcionar datos que permitan predecir cuándo podría ocurrir una tormenta solar severa, dándonos tiempo para proteger nuestras infraestructuras más vulnerables.

La investigación en dendrocronología, que analiza los anillos de los árboles, ha revelado que en el pasado la Tierra ha sido golpeada por tormentas solares mucho más poderosas que el evento de Carrington, como la ocurrida en el año 774 d.C. Estas tormentas pudieron haber causado estragos aún mayores si hubiéramos contado con la tecnología actual.

Mientras que una tormenta solar no destruiría físicamente la Tierra, podría causar un colapso temporal de las infraestructuras tecnológicas de las que dependemos para nuestra vida diaria. Los esfuerzos actuales en investigación espacial y la monitorización del Sol son cruciales para mitigar los riesgos de estos eventos en el futuro, pero lo cierto es que solo es cuestión de tiempo antes de que nos enfrentemos a otra gran tormenta solar.

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