CIENCIA

¿Por qué las bebidas saben mejor cuando están frías? Esto dice la ciencia

La preferencia por las bebidas frías tiene una base científica. Conoce los factores que determinan la percepción del gusto a la hora de consumir una bebida o alimento.

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¿Alguna vez te has preguntado por qué una bebida fría resulta más placentera que una a temperatura ambiente? Más allá de una simple preferencia personal, existen razones científicas que explican esta sensación. Desde la forma en que nuestros receptores del gusto responden a diferentes temperaturas hasta cómo el frío puede influir en la percepción de sabores, la ciencia ofrece respuestas fascinantes a esta pregunta cotidiana.

Nuestro cuerpo está diseñado para detectar y responder a estímulos térmicos. Cuando consumimos una bebida fría, no solo estamos hidratándonos, sino también activando una serie de respuestas sensoriales que afectan cómo percibimos el sabor. Estas respuestas pueden hacer que ciertos sabores se intensifiquen o se atenúen, modificando nuestra experiencia gustativa.

Además, la temperatura de una bebida puede influir en su textura y en la forma en que los compuestos aromáticos se liberan, lo que a su vez afecta nuestra percepción del sabor. Por ejemplo, algunas bebidas pueden parecer más refrescantes o menos dulces cuando están frías, lo que puede hacerlas más agradables al paladar.

El papel de la temperatura en la percepción del sabor

La temperatura influye directamente en cómo nuestros receptores del gusto, conocidos como TRPM5, procesan los sabores. Estos receptores son más activos a temperaturas más altas, lo que significa que los sabores pueden parecer más intensos cuando los alimentos o bebidas están calientes. Por el contrario, cuando consumimos algo frío, la actividad de estos receptores disminuye, lo que puede atenuar ciertos sabores, como la dulzura o la amargura.

Este fenómeno explica por qué algunas bebidas, como los refrescos, se formulan con niveles más altos de azúcar, al ser consumidas frías, la dulzura se percibe menos intensamente, y se necesita más azúcar para lograr el sabor deseado. Si se consumieran a temperatura ambiente, podrían parecer excesivamente dulces.

Además, la temperatura puede afectar la liberación de compuestos aromáticos en las bebidas. Las bebidas frías tienden a liberar menos aromas que las calientes, lo que puede influir en la percepción general del sabor. Esto es especialmente relevante en bebidas como el vino o el café, donde el aroma juega un papel crucial en la experiencia de degustación.

Por otro lado, el frío puede mejorar la sensación de frescura y reducir la percepción de sabores no deseados. Por ejemplo, en el caso de la cerveza, servirla fría puede disminuir la percepción de la amargura, haciendo que sea más agradable para quienes prefieren sabores más suaves.

La temperatura de las bebidas no solo afecta su sabor de manera directa, sino que también influye en cómo percibimos y disfrutamos de ellas. Comprender estos efectos puede ayudarnos a elegir la temperatura óptima para cada bebida, mejorando la experiencia sensorial a la hora de la degustación. 

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