CIENCIA

La ciencia lo confirma: la evolución humana se está quedando atrás frente al mundo moderno

La ciencia advierte que la evolución humana no avanza lo suficientemente rápido para adaptarse al ritmo del mundo industrializado.

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La humanidad lleva millones de años evolucionando para sobrevivir en entornos naturales. Sin embargo, el mundo moderno —marcado por la urbanización, la industrialización y la tecnología— avanza a un ritmo que nuestra biología no puede igualar.

Ahora, un nuevo estudio publicado en Biological Reviews por investigadores de las universidades de Zúrich y Loughborough sostiene que existe un “desajuste evolutivo” entre lo que somos y el entorno en el que vivimos.

El artículo plantea una idea inquietante: el ambiente que construimos en apenas unos siglos podría estar superando la capacidad adaptativa del Homo sapiens, afectando funciones tan importantes como la reproducción, la inmunidad, la cognición y la respuesta al estrés.

Crédito: Freepik

Los humanos no estamos evolucionando tan rápido como la tecnología

El estudio, liderado por los científicos Daniel P. Longman y Colin N. Shaw, revisa cómo la mayoría de nuestra evolución se desarrolló en hábitats naturales, mientras que la industrialización modificó el planeta a un ritmo sin precedentes.

Esta transformación acelerada —desde la Revolución Industrial hasta la llamada “Gran Aceleración” de mediados del siglo XX— creó entornos urbanos, tecnológicos y contaminados que no se parecen en nada a los que moldearon nuestra biología.

Los investigadores describen este fenómeno como un desajuste ambiental: nuestras adaptaciones evolucionaron para vivir entre bosques, ríos y ciclos naturales, no entre tráfico, ruido, luces artificiales, microplásticos o notificaciones constantes. Aunque la ciencia sabe que los humanos tenemos una gran capacidad de adaptación, ese margen no es infinito.

Según los investigadores, este nuevo entorno podría estar imponiendo presiones selectivas capaces de comprometer nuestra evolución humana a largo plazo.

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El estrés moderno: un “depredador” que nunca se va

Una de las conclusiones más llamativas del estudio tiene que ver con la forma en que percibimos el estrés. Para explicarlo, los investigadores citan una frase famosa del biólogo Edward O. Wilson:

“Tenemos emociones paleolíticas, instituciones medievales y tecnología de dioses.”

Colin Shaw profundiza en esta idea usando un ejemplo claro: nuestros ancestros reaccionaban al peligro —como el ataque de un león— con una respuesta rápida e intensa como huir, pero breve. Ese mecanismo nos salvó durante millones de años.

El problema actual es que el “león” moderno nos acompaña todo el tiempo y nunca se va.

El tráfico, las presiones laborales, los sonidos urbanos, la hiperconectividad y el ritmo constante de la vida moderna activan los mismos sistemas biológicos que se encendían para huir de un depredador… solo que ahora no hay pausa.

Esto genera un estado de estrés crónico que impacta directamente nuestra salud física y mental.

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¿Qué impactos tiene en la salud?

El estudio describe efectos claros y medibles del desajuste entre biología y entorno moderno. Entre ellos:

  • Sistema inmune alterado, con mayor incidencia de alergias y enfermedades autoinmunes.
  • Disminución del recuento de espermatozoides y aumento de problemas de fertilidad.
  • Aceleración del deterioro cognitivo asociado al envejecimiento.
  • Reducción de la fuerza física y la resistencia, afectadas por el sedentarismo y la falta de ambientes naturales.
  • Contaminantes ambientales, como microplásticos, ruido y luz artificial, asociados a daños celulares y hormonales.

La ciencia advierte que estos problemas no son aislados: forman un patrón global que refleja cómo la evolución humana no está preparada para el nuevo tipo de hábitat que construimos.

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¿Qué podemos hacer? Reconectar con la naturaleza y rediseñar las ciudades

Los autores reconocen que la solución no llegará desde la evolución —al menos no pronto—, sino desde la planificación urbana, la salud pública y el entendimiento profundo de nuestros límites biológicos.

Con el 45% de la población viviendo en ciudades (y un 66% proyectado para 2050), la única vía es repensar cómo vivimos:

  • Incorporar más espacios verdes reales.
  • Reducir la contaminación atmosférica, acústica y lumínica.
  • Diseñar políticas de salud enfocadas en el estrés urbano.
  • Identificar qué estímulos afectan funciones clave como la presión arterial o el sistema inmune.

Para los investigadores, comprender este desajuste es el primer paso para evitar que la vida moderna siga deteriorando nuestra salud a un ritmo que supera nuestra capacidad de adaptación biológica.

Preguntas frecuentes

  • ¿Qué significa que la evolución humana “se esté quedando atrás”?

Que nuestro cuerpo responde a un entorno moderno para el que no fue diseñado, generando problemas de salud y estrés crónico.

  • ¿Qué factores del mundo moderno afectan más nuestra biología?

La contaminación, el ruido, la vida urbana, el sedentarismo y la estimulación constante activan mecanismos de estrés.

  • ¿Puede la evolución corregir este desajuste?

No en el corto plazo. La solución debe venir de cambios sociales, urbanos y de salud pública, no de la evolución natural.

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