Una poderosa tormenta geomagnética ha sacudido nuestro planeta, desencadenando una serie de fenómenos visuales extraordinarios y planteando preguntas sobre su posible impacto en la actividad sísmica. Según la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA) de Estados Unidos, esta tormenta, tan intensa como no se había visto en dos décadas, comenzó el pasado viernes poco después de las 16:00 GMT, marcando un hito desde la última tormenta extrema en octubre de 2003.
El espectáculo de las auroras polares se desplegó desde Gran Bretaña hasta Argentina y Chile, dejando a muchos maravillados, pero también preocupados por las posibles consecuencias más allá de lo estético. Las tormentas solares, como se les conoce popularmente, son eventos que ocurren cuando hay perturbaciones en el campo magnético de la Tierra, pudiendo durar desde varias horas hasta días. Su origen es externo, pero sus efectos son globales y comienzan simultáneamente en todos los puntos de la Tierra, aunque su impacto varía según la latitud.
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El ciclo solar, que se extiende aproximadamente durante 11 años, es el telón de fondo de estas tormentas. Según el Instituto Geográfico Nacional, se cuantifica la actividad solar a través del número de manchas solares presentes en cada momento. Las tormentas geomagnéticas más potentes están asociadas con las eyecciones de masa coronal (CME), donde enormes cantidades de plasma solar, junto con su campo magnético, se dirigen hacia la Tierra, algunas tardando días en alcanzarnos, mientras que otras, las más fuertes, pueden llegar en tan solo 18 horas.
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Actualmente, al menos cinco de estas CME están en camino hacia nuestro planeta, sus consecuencias aún no están del todo claras, pero podrían ser significativas. Interrupciones en las señales de radio y satélite ya han sido reportadas, afectando las comunicaciones y la navegación. Además, las corrientes eléctricas generadas por estas tormentas solares pueden dañar infraestructuras metálicas en la Tierra, afectando las redes eléctricas y las vías de tren, contribuyendo a los apagones que se han registrado en los últimos días.
¿Las tormentas solares pueden provocar sismos?
Sin embargo, surge la pregunta: ¿pueden las tormentas solares desencadenar sismos? Carlos Valdés, investigador en el Instituto de Geofísica de la UNAM y exdirector del Servicio Sismológico Nacional (SSN), ha afirmado que la intensa actividad solar no está relacionada con el aumento de la actividad sísmica. Según Valdés, lo único que podemos esperar al finalizar este tipo de eventos son auroras boreales y posibles daños en infraestructuras, pero no un incremento en la actividad sísmica.
Aunque las preocupaciones sobre los posibles efectos de las tormentas solares en los sismos son comprensibles, la comunidad científica tiende a coincidir en que la relación entre ambos fenómenos no está establecida. Mientras que las tormentas solares tienen un impacto significativo en las comunicaciones y la infraestructura tecnológica, su influencia en la actividad sísmica sigue siendo un área de estudio en curso.
Aunque las tormentas solares pueden desencadenar una serie de efectos devastadores en la Tierra, desde interrupciones en las comunicaciones hasta daños en infraestructuras, no hay evidencia sólida que sugiera que puedan provocar sismos. Sin embargo, la continua investigación en este campo es crucial para comprender mejor la complejidad de las interacciones entre el Sol y nuestro planeta.
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