La ciencia lleva décadas intentando descifrar uno de los fenómenos más misteriosos, poderosos y extremos del universo: los agujeros negros. Estas regiones del espacio poseen una gravedad tan intensa que ni siquiera la luz puede escapar, convirtiéndolos en objetos clave para la astronomía moderna; por lo que el interés de la ciencia por comprender su funcionamiento es muy grande.
Aunque durante mucho tiempo fueron simples predicciones teóricas, hoy sabemos que los agujeros negros existen, se encuentran en el centro de muchas galaxias y continúan desafiando todo lo que entendemos sobre la física; es por ello que se han realizado observaciones con el telescopio espacial Hubble, hasta la histórica imagen del horizonte de eventos captada por el Telescopio del Horizonte de Sucesos (EHT), la astronomía ha dado grandes pasos para intentar comprender cómo un agujero negro se forma y cómo es que consume materia . Sin embargo, entre tantos avances, una pregunta ha captado recientemente la atención de los científicos: ¿qué pasaría si un humano cayera en un agujero negro?
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Es por ello que hora el profesor Robert Scherrer, físico de la Universidad de Vanderbilt, analizó esta posibilidad desde un punto de vista científico y no ficticio. Sus conclusiones muestran escenarios que combinan gravedad extrema, física cuántica y consecuencias aterradoras para cualquier organismo vivo.
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Esto pasaría si cayeras en un agujero negro
Aunque parezca lejano e improbable, la ciencia sí puede explicar qué ocurriría si una persona cayera en un agujero negro. La primera consecuencia sería la llamada espaguetificación, provocada por el enorme gradiente gravitacional: los pies, al estar más cerca del agujero negro, serían atraídos con una fuerza mucho mayor que la cabeza. El cuerpo se estiraría como un espagueti, incapaz de resistir semejante diferencia gravitacional.
Además, de que este no sería el único riesgo para el humano pues antes de llegar al horizonte de eventos, la radiación emitida por el disco de acreción , una nube de gas y polvo que gira a velocidades cercanas a la luz, bombardearía al cuerpo con una cantidad letal de rayos X. Según Scherer, también se podría pensar en un escenario inquietante, en el que se encontraría un agujero negro primordial, extremadamente pequeño que podría formarse al inicio del universo, y aunque hasta el momento estos objetos son teóricos, si uno atrevsara un cuerpo humano produciría un choque supersónico comparable al impacto de una bala de gran calibre, lo que sería suficiente para causar daños intensos fatales.
Las fuerzas de marea, otro efecto típico de un agujero negro, también jugarían un papel mortal; pues estas fuerzas podrían desgarrar tejidos, e incluso separar células cerebrales si el agujero negro atravesara directamente esa zona, según los cálculos del profesor. Finalmente, al cruzar el horizonte de eventos, la física deja de tener respuestas. Para quien cae, el tiempo seguiría fluyendo; para quien observa desde fuera, el cuerpo parecería detenerse y desaparecer lentamente.
¿Es posible que un humano caiga en un agujero negro?
La respuesta tranquilizadora es no. No existe riesgo real de que una persona pueda encontrarse con un agujero negro, ni grande ni primordial. Aunque la astronomía ha planteado la posible existencia de agujeros negros diminutos en el universo, la probabilidad de que uno pase cerca de la Tierra o atraviese a un ser humano es prácticamente nula.
Además, los agujeros negros supermasivos conocidos están ubicados a miles o incluso millones de años luz de distancia. No existe tecnología que permita a un humano viajar lo suficientemente lejos como para acercarse a uno. Sin embargo, conocer los efectos que tendría en un cuerpo humano permite un avance en la ciencia al describir cómo funciona su absorción de materia.
Preguntas frecuentes:
¿Qué es exactamente un agujero negro?
Un agujero negro es una región del espacio con una gravedad tan intensa que nada puede escapar de ella, ni siquiera la luz. Se forma cuando una estrella masiva colapsa al final de su vida.
¿Se puede ver un agujero negro?
Directamente no, porque no emiten luz. Sin embargo, podemos observar el material caliente que gira a su alrededor o los efectos que ejercen sobre las estrellas vecinas. En 2019 se logró la primera imagen de su sombra mediante telescopios globales.
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