Un descubrimiento reciente hecho por el telescopio NICER de la NASA ha puesto los ojos de la astronomía sobre un evento cósmico poco común que ocurre cerca de un agujero negro supermasivo. Se trata de unas explosiones de rayos X conocidas como erupciones cuasi periódicas (QPE, por sus siglas en inglés), que han despertado el interés de científicos en todo el mundo por su intensidad y comportamiento inusual.
El protagonista de este hallazgo es un sistema astronómico apodado Ansky, localizado a unos 300 millones de años luz de la Tierra, en la constelación de Virgo. Ansky se ha convertido en la octava fuente conocida de QPE y, hasta ahora, es la más energética jamás detectada. Sus explosiones ocurren cada 4.5 días y duran aproximadamente día y medio, lo que ha sorprendido incluso a los expertos más experimentados.
Te podría interesar
La investigación, liderada por el estudiante de posgrado Joheen Chakraborty del MIT y publicada en The Astrophysical Journal, ha abierto nuevas posibilidades para entender estos fenómenos, gracias al uso de instrumentos de alta precisión como NICER, instalado en la Estación Espacial Internacional, y el telescopio XMM-Newton de la Agencia Espacial Europea.
Te podría interesar
¿Qué provoca estas erupciones de rayos X?
Las QPE ocurren, según las teorías más recientes, cuando un objeto celeste de menor masa (como una estrella) cruza repetidamente el disco de gas que rodea un agujero negro supermasivo. Esta interacción genera nubes de gas caliente que se expanden violentamente, produciendo las erupciones que se observan en rayos X.
En el caso de Ansky, se descubrió que cada erupción libera una cantidad de material similar a la masa del planeta Júpiter, alcanzando velocidades de hasta el 15% de la velocidad de la luz. Además, la órbita de este objeto no es perfectamente circular, lo que provoca que las explosiones no siempre ocurran con exactitud milimétrica.
La gravedad extrema de los agujeros negros, capaz de deformar el tejido del espacio-tiempo, también altera las órbitas de estos objetos, haciendo que las erupciones cambien ligeramente en cada ciclo. Esto ha permitido a los investigadores mapear con gran precisión la evolución del material que impulsa estos estallidos.
¿Qué significa esto para la ciencia?
Este tipo de estudios son fundamentales para preparar el camino hacia una nueva etapa de la astronomía conocida como “astronomía multimensajero”. Esta combinación de observaciones de luz, ondas gravitacionales y partículas permitirá entender con mayor profundidad fenómenos extremos como los agujeros negros.
Una de las misiones clave para el futuro es LISA, un proyecto conjunto de la ESA y la NASA que buscará detectar ondas gravitacionales generadas por sistemas como Ansky. Estas ondas, invisibles para los instrumentos actuales, podrían revelarnos detalles nunca antes vistos del universo.
Mientras tanto, NICER continúa monitoreando a Ansky para ver cómo cambian las erupciones con el tiempo. Según la coautora Lorena Hernández-García, las propiedades extremas del sistema pueden deberse a un disco de gas más amplio que en otros agujeros negros similares, lo cual extendería la duración y el poder de las erupciones.
Fuente: Telescopio NICER de la NASA crea mapas de escombros de colisiones cósmicas cíclicas - NASA Ciencia
Sigue a Heraldo Binario en Google News, dale CLIC AQUÍ.