Una de las tradiciones más celebradas en México es el del Día de Muertos, mismo que acapara la atención de mexicanos y extranjeros en un ritual cultural lleno de flores y donde destacan los altares en donde las familias mexicanas recuerdan a sus difuntos y les colocan parte de las ofrendas con los elementos que más les gustaban en vida; sin embargo, existe una razón muy importante por la que no se le coloca en el altar a una persona recién fallecida o con menos de un año de haber muerto.
Aunque las tradiciones indican que desde el día 29 de septiembre se deben comenzar con las ofrendas para el Día de Muertos, pues en estas fechas las almas comienzan a formarse para regresar de “visita a sus familiares” estas costumbres se han ido perdiendo con el tiempo. Si se siguiera con la tradición popular, se cree que el 28 de octubre acuden a la tierra las almas de todos aquellos que fallecieron en hechos violentos o de manera trágica.
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Después, el 29 de octubre, se prende una veladora y un vaso con agua para aquellos difuntos a los que nadie les dedica algo en el altar o que han sido olvidados, para que el día 30 de octubre esté dedicado a los niños que murieron sin haber sido bautizados para luego dar paso a los días más importantes el 1 y 2 de noviembre, el primero donde se festeja a todos los santos y uno último en donde se ponen altares a las almas de los familiares grandes.
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Pese a esta tradición, existe un detalle importante que no muchos saben, pero que la creencia popular dice que debe ser respetado y es que en el Día de Muertos no se coloca la foto de una persona que acaba de fallecer o que tiene menos de un año de fallecida.
¿Qué pasa si le pongo ofrenda a un recién fallecido?
Según las costumbres ancestrales todo estaría relacionado con el sincretismo que hay entre el catolicismo y las viejas costumbres, en las que se cree que los familiares y seres queridos que fallecieron recientemente no se les debe poner una ofrenda en el altar de Día de Muertos, pues sus almas se encuentran en proceso de llegar al Mictlán (o mundo de los muertos para los mexicas).
De esta forma, poner un altar a alguien recién fallecido podría causar que su alma permanezca en el limbo para siempre, lo que provocaría que el ser querido no pudiera descansar, el concepto estaría asociado a que las almas necesitan completar su trayecto para poder descansar permanentemente
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