Las auroras boreales, un fenómeno natural que ha asombrado a la humanidad durante siglos, dejaron su marca en lugares poco comunes durante noches pasadas, extendiéndose hasta México. Este raro avistamiento, que pudo ser presenciado en estados como Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila, y más sorprendentemente, en Jalisco, ha despertado admiración pero también preocupación entre los científicos y la población en general.
En la Ciudad de México, donde las auroras boreales son un evento extremadamente raro, la última vez que se registró tal fenómeno fue el 2 de septiembre de 1859. La ubicación geográfica y la contaminación lumínica hacen que sea difícil observarlas con frecuencia. Sin embargo, el reciente avistamiento ha provocado un revuelo entre los habitantes, muchos de los cuales capturaron imágenes del espectáculo celeste.
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Pero, ¿qué peligros esconden estas impresionantes luces danzantes en el cielo? El Dr. Alejandro Macías, reconocido científico e infectólogo, alerta sobre el fenómeno conocido como el efecto Carrington. Este fenómeno, bautizado en honor al astrónomo británico Richard Carrington, ocurre tras una tormenta solar y puede tener repercusiones devastadoras en las comunicaciones y la red eléctrica de la Tierra.
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¿Qué es el efecto Carrington?
El evento Carrington de 1859 fue una de las tormentas magnéticas más grandes jamás registradas. Provocó exhibiciones aurorales globales en áreas de latitudes bajas, llegando incluso hasta México. Durante aquellos días, las comunicaciones telegráficas se vieron gravemente afectadas, con algunos operadores recibiendo descargas eléctricas e incluso informes de telegrafistas que seguían enviando mensajes aunque desconectaran las baterías de sus equipos.
El Dr. Macías explica que las auroras boreales, aunque hermosas, pueden ser indicadores de una actividad solar intensa que podría desencadenar el efecto Carrington. Esto se debe a la liberación de partículas solares que, al interactuar con el campo magnético de la Tierra, pueden interferir con las redes de comunicación y la infraestructura eléctrica.
Para comprender mejor la magnitud de este fenómeno, es crucial entender cómo se producen las auroras boreales. Estas ocurren cuando las partículas cargadas del viento solar chocan con los átomos y moléculas en la atmósfera terrestre, creando un espectáculo de luces multicolores en las regiones polares. Sin embargo, cuando estas partículas son especialmente intensas, como en el caso de una tormenta solar, pueden generar efectos secundarios peligrosos.
El estudio de este fenómeno por parte de científicos ha permitido determinar que las auroras boreales pueden ser indicadores visuales de la actividad solar que precede al efecto Carrington. Observaciones recientes, como las registradas en Jalisco, sugieren que eventos como este no deben ser tomados a la ligera, ya que podrían ser precursores de problemas graves para las infraestructuras tecnológicas de nuestro planeta.
En el caso de México, un país con una economía cada vez más dependiente de la tecnología y las comunicaciones, el impacto de un evento Carrington podría ser catastrófico. Desde la interrupción de las redes de telecomunicaciones hasta el colapso de la red eléctrica, las consecuencias serían devastadoras.
Ante esta amenaza latente, los expertos hacen un llamado a la preparación y la inversión en infraestructuras más resilientes. La protección de las redes eléctricas y de comunicaciones contra los efectos de las tormentas solares es una tarea urgente que debe abordarse a nivel nacional e internacional.
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