En el mundo de la ciencia existen teorías más radicales que otras. Tal es el caso de una que cada día gana más fuerza y se trata una que sugiere que el Universo podría ser un ser vivo. Los investigadores que defienden este paradigma aseguran que no se trata de un sistema físico arbitrario, sino algo más parecido a un sistema computacional o biológico en evolución, con propiedades sorprendentemente similares a un sistema adaptativo complejo, como un organismo o un cerebro.
De ser cierto que el Universo es un ser vivo con un sistema neuronal, los científicos que apoyan esta radical teoría creen que el descubrimiento obligaría a la Humanidad entera a repensar por completo la naturaleza de la realidad tal y como la conocemos, así como si el cosmos tiene una función o en el sentido más religioso, un "propósito".
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La idea de que el Universo es un ser vivo o un cerebro compuesto de varias redes neuronales no es nueva. Este concepto se remonta al menos al año 500 a.C. cuando Anaxágoras lo cuestionó por primera vez. El filósofo griego presocrático propuso que una fuerza cósmica inteligente, o "Nous", guía el desarrollo del cosmos hacia un estado de existencia más organizado y que además tiene un propósito.
Bien es cierto que los conceptos de Anaxágoras contienen algunos conceptos que no son compatibles con la ciencia moderna, pero algunos científicos de la era moderna no descartan que el Universo sea un ser vivo estructurado, muy parecido a los organismos biológicos que producen redes neuronales de información que va evolucionando a través del proceso evolutivo.
Incluso, en los años más recientes, varios físicos teóricos y científicos muy respetados de diversos campos han publicado trabajos, artículos y libros que proporcionan argumentos técnicos y matemáticos convincentes que sugieren que el Universo no es solo un sistema computacional o de procesamiento de información, sino un sistema autónomo que evoluciona y aprende de maneras sorprendentemente similares a los sistemas biológicos.
El UNIVERSO y el “conectoma”
Algunos científicos han enfatizado recientemente que la organización física del Universo refleja la estructura de un cerebro, para muestra, la física teórica Sabine Hossenfelder, reconocida por su escepticismo, y quien escribió un artículo para la revista Time titulado "Maybe the Universe Thinks. Hear Me Out". En la publicación se plantea que como nuestro sistema nervioso, el cosmos tiene una organización jerárquica altamente interconectada.
Los 200 mil millones de galaxias detectables estimadas no se distribuyen al azar, sino que se agrupan por gravedad en cúmulos que forman cúmulos aún más grandes, que están conectados entre sí por "filamentos galácticos", lo que parecería un "conectoma"; término que se refiere al diagrama de cableado completo del cerebro, que está formado por neuronas. y sus conexiones sinápticas.
“Por loco que parezca, la idea de que el Universo es inteligente es compatible con todo lo que sabemos hasta ahora”, detalló la física Sabine Hossenfelder.
En 2021, algunos científicos de alto perfil, entre ellos el físico Lee Smolin y el informático Jaron Lanier, publicaron un artículo similar, llamado The Autodidactic Universe, que inspiró titulares sensacionalistas como “Los físicos que trabajan con Microsoft piensan que el Universo es una computadora que aprende a sí misma”.
En el documento proponen que el cosmos puede poseer una capacidad innata para aprender, adaptarse y evolucionar de manera similar a un ser vivo. Esta visión diverge de las teorías convencionales de todo, que típicamente tratan al Universo como un sistema inerte gobernado por leyes inmutables. Por el contrario, Smolin y Lanier postulan que las leyes del Universo podrían surgir algún tiempo después de su creación, y esas leyes podrían cambiar o evolucionar a medida que el cosmos se desarrolla y aprende más sobre su propia estructura, dinámica y posibilidades.
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