La NASA dio a conocer que nuevas observaciones del Telescopio Espacial Hubble confirman la existencia de un océano salado en Ganímedes, la luna más grande del sistema solar, que orbita alrededor de nuestro vecino planetario más grande, Júpiter. Este océano se estima que tiene aproximadamente 60 millas de espesor, diez veces más profundo que la Fosa de las Marianas, la parte más profunda del Pacífico, pero está enterrado bajo una capa de corteza mayormente helada de 95 millas de espesor.
Ganímedes se une a otras lunas vecinas como Europa, el planeta enano del cinturón de asteroides Ceres y las lunas de Saturno, Encélado y Titán, que albergan extrañas capas de hielo o líquido, convirtiéndolas en objetivos principales en la búsqueda de vida más allá de la Tierra.
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Los científicos han especulado durante décadas que Ganímedes podría albergar un océano helado o incluso líquido debajo de su superficie gélida. La clave para confirmar la presencia de un océano de agua salada provino de la observación de las auroras de Ganímedes, que se verían de un rojo brillante para un humano capaz de estar en la superficie de la luna y mirar hacia arriba a través de su tenue atmósfera de oxígeno. Sin embargo, no hay razón para emocionarse demasiado, ya que esta atmósfera es mucho demasiado delgada para sustentar la vida tal como la conocemos.
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¿Por qué esta "Luna de sal" tiene su propio campo magnético?
Los fenómenos aurorales, como las brillantes luces del norte de la aurora boreal o las auroras australes en el sur, no se comprenden completamente, pero están relacionados con la interacción de los campos magnéticos con el viento solar. Ganímedes es la única luna en el sistema solar que genera su propio campo magnético gracias a su núcleo de hierro líquido, pero también se encuentra dentro del campo magnético del masivo Júpiter.
A medida que el campo magnético de Júpiter cambia, afecta las auroras en Ganímedes, haciéndolas "mecerse hacia adelante y hacia atrás", según Joachim Saur, profesor de geofísica en la Universidad de Colonia, quien presentó la noticia en una teleconferencia de la NASA. Saur explicó que el efecto de balanceo parecía estar amortiguado por algo más. En lugar de alterar las auroras en seis grados, como sugieren los modelos dados los campos electromagnéticos involucrados, solo cambiaron dos grados, lo que llevó a los científicos a concluir que el balanceo está inhibido por un océano salado subsuperficial. "Esto confirma la existencia de un océano y al mismo tiempo descarta la ausencia de un océano", dijo a los periodistas.
Esta noticia llega poco después del hallazgo de que la luna de Saturno, Encélado, podría contener suficiente agua tibia para sustentar la vida. Ganímedes ahora será aún más competitivo cuando se trata de atraer la atención entre las lunas jovianas; su hermana Europa y su presunto océano subsuperficial han emocionado a los entusiastas del espacio durante mucho tiempo, incluso incluyéndose en la lista de prioridades de futuras misiones de la NASA. Parece que la NASA puede necesitar agregar otra luna a su itinerario para ese viaje al espacio profundo.