¿Qué es un valor tokenizado? Una nueva promesa tecnológica está abriéndose paso en el mundo financiero: la tokenización de valores. A continuación le explico en qué consiste, por qué está ganando terreno y qué riesgos implica.
Cuando una empresa quiere obtener financiamiento, suele emitir instrumentos como acciones o bonos, que los inversionistas compran esperando recibir ganancias, intereses o derechos de voto. Hasta hace poco, estos instrumentos existían en papel o en sistemas cerrados de bancos o bolsas de valores.
Pero hoy, gracias a la tecnología blockchain, la misma que está detrás de las criptomonedas, esos instrumentos financieros pueden representarse mediante “tokens”, es decir, unidades digitales registradas de forma segura y transparente en una red descentralizada y a los cuales se les conoce como security tokens (o valores tokenizados).
¿En qué se diferencian de los criptoactivos o los NFT?
Mientras las criptomonedas funcionan como dinero digital, y los NFT como certificados de propiedad de arte o bienes digitales, los security tokens representan activos financieros tradicionales con derechos que operan en el mundo real: dividendos, pagos de intereses, votos en asambleas de accionistas y acceso a información corporativa.
De esta manera, el sistema financiero comienza a adoptar una arquitectura digital, en tiempo real, que busca facilitar las operaciones de manera escalable y segura, poniendo al sector al alcance de un mayor número de inversionistas.
¿Por qué debería importarnos?
Porque la tokenización podría cambiar la forma en que invertimos y accedemos al sistema financiero. Para empezar, reduce el número de intermediarios (como casas de bolsa o custodios), baja costos y permite transacciones más rápidas. También facilita la “fraccionalización” de activos: por ejemplo, un bono de un millón de pesos podría dividirse en mil tokens de mil pesos cada uno, permitiendo que inversionistas pequeños participen donde antes no podían.
Otro beneficio clave es la automatización. A través de los llamados “contratos inteligentes” —software que se ejecuta automáticamente cuando se cumplen ciertas condiciones— es posible programar pagos de dividendos, registrar votaciones o cumplir con ciertas obligaciones legales sencillas, todo sin intervención humana.
¿Cómo se crean estos tokens? Detrás de esta aparente simplicidad, hay un entramado legal, técnico y operativo que debe funcionar como un reloj suizo.
Desde el punto de vista legal, se necesita definir qué representa el token: ¿una acción?, ¿una participación en un fideicomiso?, ¿un bono? Todo esto debe formalizarse mediante contratos, estatutos y documentos que definan los derechos de sus tenedores. También es común usar vehículos legales como fideicomisos o empresas especializadas para custodiar los activos.
Desde el punto de vista técnico, se elige una blockchain confiable (Ethereum es la más usada) y se programa un contrato inteligente siguiendo estándares ampliamente reconocidos, como el ERC-1400. Este contrato debe incluir reglas claras sobre la emisión, transferencia y control de los tokens. Pero cuidado: si hay errores en el código, los riesgos se trasladarán al mundo real desde el digital.
Desde el punto de vista operativo, la emisión puede hacerse mediante plataformas reguladas o a través de ofertas privadas llamadas Security Token Offerings (STO). Quienes compren estos tokens deben pasar por filtros que verifiquen su identidad y además cumplir con las reglas de los mercados financieros.
Una vez emitidos, los tokens se almacenan en carteras digitales y pueden negociarse en plataformas especializadas. Pero, aunque buena parte del proceso puede automatizarse, siempre se requiere vigilancia legal, fiscal y operativa.
¿Y qué dice la ley? Aquí es donde las cosas se complican. Aunque muchos países ya han empezado a regular estos instrumentos, no existe todavía un marco legal internacional claro.
Organismos como la UNCITRAL, una Comisión de la Organización de las Naciones Unidas que trabaja para armonizar el derecho mercantil global, están evaluando la manera de adaptar las leyes existentes a esta nueva realidad. Algunas de las preguntas clave son ¿qué pasa si el emisor del token está en un país, el inversionista en otro y la blockchain en un tercero? ¿Qué tribunal resuelve una disputa? ¿Qué ley se aplica?
En Estados Unidos, la SEC (la comisión que regula los mercados de valores) ya ha señalado que muchos tokens deben tratarse como valores tradicionales. En Europa, avanzan normativas como el Reglamento MiCA y el DLT Pilot Regime, que buscan incorporar estos activos a los mercados regulados.
¿Cuáles son los riesgos? Como toda innovación, la tokenización viene con luces y sombras. Algunos riesgos importantes son:
- Riesgos legales: la falta de normativas claras puede generar incertidumbre. Si algo sale mal, ¿podrá el inversionista reclamar? ¿Dónde? ¿Cómo?
- Riesgos tecnológicos: los contratos inteligentes son susceptibles a errores de programación o ataques cibernéticos. Y si algo falla, ¿quién es responsable?
- Riesgos financieros: los mercados de estos tokens aún tienen baja liquidez, lo que dificulta venderlos si se necesita efectivo. Además, la valoración de los tokens no siempre es transparente.
- Riesgos para el público inversionista: la complejidad técnica y legal puede dejar en desventaja a quienes no tienen experiencia. Aquí, la educación financiera y la claridad y precisión de la información relacionada con el token son vitales.
¿Entonces vale la pena? La respuesta corta es: sí, pero con precaución. La tokenización puede hacer que el sistema financiero sea más accesible, eficiente y transparente, especialmente para quienes han estado históricamente excluidos de él. Pero esto solo será posible si se actúa con responsabilidad en al menos tres frentes:
- Reguladores: deben trabajar juntos para crear normas claras, modernas y coordinadas entre distintos países.
- Empresas y plataformas: tienen que aplicar altos estándares de seguridad y gobernanza.
- Inversionistas: deben informarse bien, entender los riesgos y no dejarse llevar por el entusiasmo digital sin comprender qué están comprando.
Un ejemplo claro de la importancia de la tokenización de valores es la reciente emisión realizada por SpaceX (a cuyas acciones solo podían acceder inversionistas institucionales o calificados, en condiciones selectivas), principalmente a través de la plataforma llamada Republic.
Esta empresa emitió tokens, denominados SpaceX, diseñados para dar seguimiento al valor de las acciones de dicha empresa pero sin otorgar propiedad directa ni derechos de voto, y legalmente consisten de bonos (pagarés) que permiten a los inversores minoristas obtener exposición al valor de la misma.
En resumen
La tokenización de valores no es solo una novedad tecnológica: es una transformación potencialmente profunda del sistema financiero global. Si se regula y adopta con responsabilidad, puede ampliar el acceso a los mercados financieros, reducir costos de transacción y mejorar la eficiencia en la operación. Pero si se implementa sin reglas ni vigilancia, puede convertirse en terreno fértil para fraudes, errores y abusos.
Como toda herramienta poderosa, su impacto dependerá de la forma en que la usemos. Y en este esfuerzo por equilibrar la innovación con la protección de los inversionistas, organismos internacionales como la UNCITRAL jugarán un papel clave. Agradezco mucho a Eliane Sales Sarrapy, especialista en derecho financiero y criptomonedas, su colaboración en la investigación para esta columna.
Precio de Bitcoin de hoy
Puede ver el precio de hoy de Bitcoin aquí, así como también el precio de hoy de Ethereum y de las principales criptomonedas. Por Emilio Carrillo Peñafiel, socio de Pérez Correa-González, abogado especializado en temas de financiamiento, tecnología y fusiones y adquisiciones. X: @ecarrillop | Sitio web: pcga.mx
Las opiniones expresadas son personales del autor y no constituyen recomendaciones de inversión; las inversiones en tecnologías novedosas son de muy alto riesgo y cabe la posibilidad de que todos los recursos destinados a ellas podrían perderse.