NUMISMÁTICA

Moneda antigua de 1,000 pesos vale 200,000 por tener la imagen de la primera mujer escritora

Esta moneda se puso en circulación en 1988, posee un diámetro de 31.0 mm, un peso de 14.9 gramos, un canto estriado y una composición de bronce-aluminio

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El coleccionista de monedas antiguas es una afición que ha recabado cientos de seguidores no sólo por el valor histórico que poseen algunas piezas, sino también por los miles de pesos con las que se comercializan, pues se ven atraídos por tener cifras sumamente altas en sus cuentas de banco a cambio de un sólo ejemplar. 

La moneda de 1,000 pesos con la imagen de Sor Juana Inés de la Cruz, escritora y religiosa que marcó un antes y un después con sus manuscritos, es una na prueba de los altos precios con los que se comercializan algunas monedas antiguas, pues en Mercado Libre se vende por 200 mil pesos. 

De acuerdo con el Banco de México, esta pieza se puso en circulación en 1988, posee un diámetro de 31.0 mm, un peso de 14.9 gramos, un canto estriado y una composición de bronce-aluminio. Al centro del anverso se encuentro el Escudo Nacional en relieve escultórico, con la leyenda "ESTADOS UNIDOS MEXICANOS" formando el semicírculo superior.

En el centro del reverso se aprecia la efigie de Juana de Asbaje en posición en tres cuartos de perfil, símbolo "$" y número "1000", ambos en posición vertical; año de acuñación, inscripción "JUANA DE ASBAJE" y símbolo de la Casa de Moneda de México "M°". Marco liso con gráfila en forma de puntos.

Foto: Mercado Libre. 

¿Quién fue Sor Juana Inés de la Cruz?

Juana de Asbaje Ramírez de Santillana o, como mejor se le conoce, Sor Juana Inés de la Cruz, nació el 12 de noviembre de 1648 o de 1651, en San Miguel Nepantla, hoy Estado de México, y creció entre las haciendas de Nepantla y Panoaya, al lado de su abuelo materno, y de su biblioteca. Con corta edad aprendió a leer, escribir y contar, y aún siendo una niña, consiguió dominar el latín en sólo 20 lecciones y escribió su primer poema: Loa al Santísimo Sacramento.

Debido a las relaciones de su familia y a su enorme bagaje y capacidad intelectual, Juana ingresó a la Corte con los virreyes de Mancera en 1665 y, bajo el mecenazgo de Antonio Sebastián de Toledo, Marqués de Mancera y Vigésimo Quinto Virrey novohispano, y de su esposa, Leonor Carreto, tuvo acceso al diálogo con teólogos, matemáticos, filósofos y todo tipo de humanistas, en su mayoría profesores o egresados de la Real Pontificia Universidad de México. Con frecuencia, la propia Corte le solicitaba sonetos, loas, poemas y elegías.

Entre 1690 y 1691 protagonizó quizás la más célebre de sus batallas, dando gala de sagacidad, sarcasmo y convicción. Sor Juana criticó en su Carta atenagórica un sermón del jesuita Antonio Vieira. El escrito fue publicado por el Obispo de Puebla, Manuel Fernández de Santa Cruz, pero acompañada de otro texto firmado con el seudónimo de “Sor Filotea de la Cruz”, en el cual recomendaba a la monja que abandonara las “humanas letras” y se dedicase a las divinas. La reacción de la poeta quedó plasmada en la Respuesta a Sor Filotea de la Cruz, un documento donde Sor Juana hizo una encendida defensa de su trabajo intelectual y en el que reclamaba el derecho de la mujer a la educación y el conocimiento.

Con el inicio de 1695 se desató una epidemia que estragó la capital y, particularmente, el Convento de San Jerónimo. Poco después cayó enferma, contagiada tras atender a sus compañeras. En la madrugada del 17 de abril, murió Sor Juana Inés de la Cruz

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