En una era en la que la inteligencia artificial (IA) se infiltra en prácticamente todos los ámbitos de la vida cotidiana, se hace imprescindible reflexionar en torno al papel que esta tecnología desempeñará en nuestro futuro colectivo. En este contexto, la postura del Vaticano adquiere especial relevancia pues ofrece una perspectiva que, lejos de rechazar el progreso científico, lo somete a la luz de la ética, la dignidad humana y el bien común.
A continuación le presento una breve exploración de la posición del Papa y de la Iglesia Católica respecto a la IA, basada en el documento “Antiqua et Nova”, recientemente publicado por el Dicasterio para la Doctrina de la Fe y el Dicasterio para la Cultura y la Educación.
Un diálogo entre tradición y modernidad
El documento “Antiqua et Nova” se erige como una respuesta a los desafíos contemporáneos que plantea el vertiginoso avance de la IA. En él, el Vaticano subraya que la inteligencia, entendida como el don divino conferido al ser humano a imagen de Dios, constituye el fundamento de la identidad y la dignidad de la persona.
La tradición cristiana ha celebrado siempre el saber y la creatividad como expresiones del misterio divino, y en este sentido, la tecnología, incluida la IA, se entiende como una extensión de la capacidad humana para descubrir, crear y transformar la realidad.
Sin embargo, el documento no se limita a enaltecer las potencialidades de la IA; también advierte de los riesgos inherentes a un desarrollo desproporcionado o mal orientado de esta tecnología. El llamado del Vaticano es, por tanto, a integrar la ciencia y la técnica en un marco ético que coloque a la persona y la comunión humana en el centro de toda transformación.
La dignidad humana y el valor del ser
Uno de los puntos esenciales del análisis vaticano es la innegable diferencia entre la IA y la inteligencia humana. La IA, en tanto producto del ingenio humano, puede imitar ciertos procesos cognitivos, realizar cálculos complejos y ofrecer soluciones basadas en algoritmos y patrones estadísticos.
No obstante, carece de la totalidad de la experiencia humana: la emoción, la intuición, el sentido moral y la capacidad de establecer relaciones auténticas con otros seres humanos. La Iglesia Católica recalca que estos aspectos son insustituibles, pues conforman la esencia de lo que significa ser humano.
La posición del Vaticano insiste en que la verdadera inteligencia no se reduce a la mera capacidad de procesar datos o realizar tareas específicas, sino que engloba la apertura al misterio, la búsqueda de la verdad y la integración de la vida espiritual con la razón.
En palabras de la tradición teológica, la inteligencia humana es una manifestación del “intellectus fidei” –la capacidad de comprender las verdades reveladas– y, por ello, no puede ser equiparada a la inteligencia mecánica y algorítmica de las máquinas. Este matiz es fundamental, ya que permite discernir que, aunque la IA pueda ofrecer soluciones prácticas a problemas técnicos o científicos, nunca podrá sustituir la complejidad de la vida interior y la capacidad de amar, sentir y crear en el sentido pleno de la palabra.
Riesgos de una visión reduccionista
En “Antiqua et Nova”, la Iglesia Católica advierte de los peligros que implica el adoptar una visión excesivamente funcionalista de la inteligencia, en la que las personas se valoran únicamente por su capacidad de realizar tareas o producir resultados medibles. Este enfoque, tan presente en algunas corrientes tecnocráticas y de gestión empresarial, corre el riesgo de deshumanizar a los individuos y reducirlos a meros “engranajes” de un sistema automatizado.
La Iglesia Católica recalca que la dignidad de la persona humana es inalienable, independientemente de su rendimiento o contribución productiva, y que cualquier tecnología –incluida la IA– debe estar al servicio del ser humano y no al revés.
Entre los riesgos señalados se encuentra la posibilidad de que la IA se utilice para perpetuar desigualdades sociales, concentrar el poder en manos de unos pocos y erosionar la transparencia en ámbitos cruciales como la política y la economía. La concentración de datos y la opacidad en los algoritmos pueden dar lugar a manipulaciones, sesgos discriminatorios y una mayor vulnerabilidad de la democracia frente a intereses corporativos o políticos que utilicen la tecnología con fines de control y dominación.
La IA y la educación: un reto para formar ciudadanos críticos
El Vaticano hace hincapié en que la educación debe formar a la persona en su totalidad, atendiendo no solo a la adquisición de conocimientos, sino también al desarrollo de valores humanos, éticos y sociales.
Los maestros y educadores son llamados a ser modelos de integridad y a fomentar un ambiente de diálogo, en el que el uso de la IA sea complementario a la interacción humana y al aprendizaje experiencial. Así, la tecnología se transforma en una herramienta que potencia la creatividad y la reflexión, en lugar de convertirse en un sustituto del contacto personal y del desarrollo de la empatía.
El impacto en el ámbito laboral y la necesidad de proteger la dignidad del trabajador
La postura del Vaticano en el ámbito laboral es clara: el progreso tecnológico debe ir acompañado de políticas y prácticas que protejan la dignidad del trabajador. El trabajo es, en efecto, una dimensión esencial de la vida humana, que no solo permite ganarse el sustento, sino que también contribuye a la realización personal y al fortalecimiento de la comunidad.
Por ello, la automatización y la IA no deben utilizarse para reemplazar al ser humano, sino para potenciar sus capacidades y mejorar las condiciones laborales, garantizando la seguridad, la equidad y el respeto a los derechos fundamentales.
La salud y la IA: entre la promesa de una atención personalizada y el riesgo de la deshumanización
En el campo de la salud, el Vaticano advierte de la necesidad de mantener siempre el componente humano en la atención sanitaria. La relación entre el paciente y el profesional de la salud es fundamental para la calidad del cuidado, ya que implica empatía, comprensión y un compromiso ético que ninguna máquina puede replicar.
La tecnología, por muy avanzada que sea, debe servir como apoyo para el discernimiento y la toma de decisiones de los médicos, sin despojar al proceso de la sensibilidad y la responsabilidad moral que caracteriza al ejercicio de la medicina.
La desinformación y el reto de las “deepfake” en la era digital
En un contexto en el que la tecnología permite generar contenidos falsos –como videos, imágenes o audios manipulados (conocidos popularmente como “deepfake”)– se abre la puerta a nuevos riesgos de desinformación y manipulación social. Al respecto, la Iglesia Católica insta a una regulación rigurosa y a una mayor alfabetización digital que permita a la ciudadanía discernir entre la información veraz y las manipulaciones tecnológicas.
El uso ético de la IA requiere que sus creadores y operadores asuman una responsabilidad social, garantizando la transparencia en los procesos de generación y difusión de información y promoviendo un debate público basado en la verdad y el respeto por la dignidad humana.
Una invitación al diálogo y a la colaboración intersectorial
La posición del Vaticano frente a la IA es, en definitiva, un llamado a la reflexión y a la acción conjunta. El Papa y los representantes de la Iglesia Católica no se presentan como detractores del progreso tecnológico, sino como guardianes de un horizonte ético que ponga en valor lo verdaderamente humano.
Ante los desafíos que plantea la IA, se requiere la colaboración entre científicos, empresarios, legisladores, educadores y, por supuesto, líderes éticos y espirituales.
Esta invitación al diálogo interdisciplinario es especialmente oportuna en un mundo marcado por la incertidumbre y la polarización. La integración de la IA en la sociedad no es un proceso lineal ni exento de conflictos; requiere de una gobernanza que asegure que el desarrollo y la aplicación de estas tecnologías se orienten hacia el bien común.
La ética, en este sentido, debe ser el faro que guíe las decisiones y que permita equilibrar los avances técnicos con la protección de los valores fundamentales que sustentan la vida en comunidad.
Hacia un futuro en el que la tecnología esté al servicio de la humanidad
El desafío en torno a la integración de la IA en nuestras vidas consiste en evitar caer en la trampa de la tecnocracia, en la que se prioriza la eficacia y la productividad por encima de la humanidad y la complejidad del ser.
Como bien expresa el documento “Antiqua et Nova”, el progreso no puede medirse únicamente en términos de eficiencia o capacidad de procesamiento, sino en la capacidad de fomentar el crecimiento integral de cada individuo y de la comunidad en su conjunto. La verdadera inteligencia es aquella que se manifiesta en el amor, en la empatía y en la búsqueda incesante de la verdad.
La Iglesia Católica, al llamar a una “sabiduría del corazón”, nos recuerda que en el centro de todo avance científico y tecnológico debe estar el compromiso con la vida, la justicia y la paz.
En este sentido, la IA debe contribuir a la creación de puentes entre las personas, a la superación de las desigualdades y a la promoción de un diálogo respetuoso y constructivo. Solo así podremos garantizar que el futuro digital no se convierta en un escenario de deshumanización, sino en una oportunidad para reafirmar los valores que nos hacen verdaderamente humanos.
Hoy más que nunca, la tarea de construir un puente entre la ciencia y la ética recae en todos nosotros. La invitación es clara: utilizar la IA como una herramienta para el progreso humano, pero siempre bajo la guía de una moralidad que reconozca la inviolable dignidad de cada persona. Al hacerlo, estaremos honrando no solo el legado de nuestra fe y de nuestra historia, sino también el futuro de una humanidad que se esfuerza por ser más justa, más solidaria y, sobre todo, más humana.
Precio de Bitcoin de hoy
Puede ver el precio de hoy de Bitcoin aquí, así como también el precio de hoy de Ethereum y de las principales criptomonedas. El documento “Antiqua et Nova”, completo y en Español, está a su disposición en esta liga.
Por Emilio Carrillo Peñafiel, abogado especializado en temas de financiamiento, tecnología y M&A. X: @ecarrillop; página web: pcga.mx. Las opiniones expresadas son personales del autor y no constituyen recomendaciones de inversión; las inversiones en tecnologías novedosas son de muy alto riesgo y cabe la posibilidad de que todos los recursos destinados a ellas podrían perderse.