La Navidad suele presentarse como un tiempo de alegría, unión familiar y celebraciones con luces, villancicos y reuniones que marcan una temporada donde la felicidad parece ser casi obligatoria. Sin embargo, para millones de personas en el mundo, diciembre desencadena un estado emocional totalmente opuesto conocido como la depresión blanca o también llamado Blues de Navidad que provoca tristeza, ansiedad y desánimo justo en la época en la que socialmente se espera sentir esperanza y entusiasmo. Aunque la ciencia no lo reconoce como un trastorno clínico formal, sí se considera un estado emocional negativo temporal estrechamente relacionado con todo lo que ocurre durante la Navidad.
Este fenómeno ha sido ampliamente estudiado por especialistas en psicología y neurociencia, quienes explican que la mezcla entre presiones sociales, recuerdos, expectativas y factores biológicos puede desencadenar este “lado oscuro” de las fiestas decembrinas. Y aunque el cine nos muestre al clásico Grinch o al personaje solitario en Nochebuena, la depresión blanca es mucho más común de lo que parece, afectando a personas de todas las edades y de todas partes del mundo.
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¿Cuáles son los síntomas del Blues de Navidad?
De acuerdo a la ciencia, las personas que presentan la depresión blanca pueden tener síntomas como insomnio, ansiedad, tristeza persistente, irritabilidad, pérdida de apetito y falta de motivación. Según Patricia Bermúdez Lozano, profesora de la Facultad de Psicología de la UNAM, estos cuadros se relacionan con factores psicológicos, familiares, económicos y sociales. Algunos de ellos pueden estar relacionados con el duelo por un ser querido, los problemas financieros o el sentimiento de no haber cumplido metas pueden intensificar este malestar. Incluso existe un componente genético: quienes tienen antecedentes familiares de depresión severa pueden experimentar de forma más marcada esta caída emocional.
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Los expertos recomiendan diversas acciones para sobrellevar este estado: gestionar los pensamientos negativos, buscar momentos de auto cuidado, realizar actividades placenteras, practicar el perdón, integrarse a redes de apoyo e incluso realizar labores altruistas. Y en casos más profundos, recibir acompañamiento profesional.
¿El clima frío también influye? La ciencia responde
La ciencia ha confirmado que la temporada invernal, característica en el hemisferio norte durante la Navidad, influye fuertemente en el estado de ánimo. Días más cortos, menos exposición al sol y temperaturas bajas pueden alterar los niveles de melatonina y serotonina, sustancias clave para regular el sueño y las emociones. Esto puede generar lo que se conoce como trastorno afectivo estacional, un tipo de depresión que aparece cada año durante el invierno.
A ello se suma otro hallazgo fascinante: un estudio de la Universidad de Copenhague, mediante resonancias magnéticas funcionales, detectó que quienes celebran la Navidad con emociones positivas activan áreas cerebrales relacionadas con la memoria, la empatía y el bienestar. Por el contrario, quienes viven estas fechas con estrés o rechazo experimentan un aumento del cortisol, la hormona del estrés.
La combinación entre estímulos emocionales, recuerdos familiares y cambios ambientales hace que la Navidad tenga un impacto real en el cerebro. Se liberan neurotransmisores como dopamina y oxitocina, asociados al placer y la conexión social. Pero también puede aumentar el cortisol en personas que atraviesan rupturas, pérdidas o momentos difíciles.
La depresión blanca no es simplemente “tristeza navideña”: es una señal emocional que merece atención, comprensión y acompañamiento. Por lo que si conoces a alguien que presente este tipo de síntomas lo mejor será acudir a un profesional de la salud mental.
Preguntas frecuentes
¿Por qué se llama “depresión blanca”?
Se le denomina así porque suele presentarse en un contexto festivo lleno de luces y colores, contrastando con el estado emocional apagado de quien la padece.
¿Cómo se puede prevenir?
Se recomienda gestionar expectativas, planear gastos, descansar adecuadamente, buscar apoyo emocional y evitar comparaciones sociales; aunque en caso de presentar síntomas como insomnio recurrente y ansiedad se debe acudir a un especialista.
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