El concepto de un “gemelo digital” ha cobrado relevancia en los últimos años gracias a los avances en inteligencia artificial (IA) y aprendizaje automático. Estos modelos virtuales, diseñados para replicar las habilidades, el conocimiento e incluso la personalidad de un individuo, presentan un abanico de oportunidades y desafíos éticos y legales.
En su artículo, “Once It Has Been Trained, Who Will Own My Digital Twin?”, publicado en The Scholarly Kitchen el 19 de diciembre de 2024, Todd A. Carpenter plantea algunas preguntas fundamentales en torno a la propiedad intelectual y los derechos de los individuos en relación con sus gemelos digitales.
Este tema es muy pertinente en un mundo donde la tecnología avanza más rápido que las normas legales y éticas, y es por ello que en esta colaboración le presento los temas que creo que son los más interesantes tratados por Todd A. Carpenter en su artículo.
¿Qué es un gemelo digital?
Un gemelo digital es más que una simple base de datos o una colección de información, es una representación virtual detallada de una entidad física, ya sea un objeto, sistema o incluso una persona. Este modelo digital se alimenta de datos en tiempo real y utiliza inteligencia artificial para replicar comportamientos, dinámicas y decisiones del mundo real.
Si bien esta tecnología ha sido empleada ampliamente en la industria y la ingeniería, hoy en día se discuten sus implicaciones en campos como la salud, la educación y, por supuesto, la propiedad intelectual.
El nacimiento de los gemelos digitales
El término “gemelo digital” surgió en la industria de la ingeniería, donde se diseñaban simulaciones de máquinas o sistemas complejos para prever su desempeño antes de fabricarlos. Gracias al aprendizaje automático, sensores avanzados y la computación en la nube, éstos comenzaron a superar las expectativas iniciales. Hoy en día, permiten no solo la simulación, sino también la optimización de procesos en tiempo real.
La revolución de los gemelos digitales ha dado un salto hacia el ámbito personal. Empresas tecnológicas están desarrollando modelos que replican a personas a partir de los datos que generan. Estos gemelos digitales humanos pueden ser entrenados con correos electrónicos, grabaciones de voz, publicaciones en redes sociales y cualquier otra huella digital.
El objetivo podría variar desde ofrecer recomendaciones personalizadas hasta actuar como asistentes virtuales hiperrealistas que replican el tono, la personalidad y las decisiones de un individuo. Sin embargo, esto plantea cuestiones éticas y legales fundamentales: ¿Quién posee un gemelo digital? ¿Puede este modelo persistir después de la muerte de una persona?
Ética y legado
El concepto de gemelos digitales redefine la idea del legado personal. Carpenter señala que, por primera vez en la historia, las empresas pueden seguir explotando el conocimiento y las contribuciones de una persona incluso después de su retiro o fallecimiento. Esto plantea preguntas éticas sobre su uso póstumo y qué derechos tienen las familias o los herederos sobre ellos.
Por ejemplo, un editor que ha desarrollado un estilo único a lo largo de su carrera podría ver su “esencia” replicada y utilizada por su empleador sin el consentimiento del primero. Esto también podría aplicarse a figuras públicas y celebridades, cuyas personalidades digitales podrían generar ingresos significativos después de su muerte.
Posibles soluciones
Para abordar estos desafíos, es crucial desarrollar marcos legales y éticos que protejan los derechos individuales sobre los gemelos digitales, algunas medidas incluyen:
- Derechos de propiedad personal: reconocer legalmente que un gemelo digital es una extensión de la identidad de una persona y, por lo tanto, está protegido por derechos similares a los derechos de autor o de privacidad.
- Estándares abiertos: fomentar la creación de estándares abiertos que permitan la interoperabilidad entre diferentes sistemas de IA, asegurando la portabilidad de los gemelos digitales, especialmente para los casos de cambio de empleo.
- Consentimiento informado: implementar políticas claras que requieran el consentimiento explícito de un individuo antes de utilizar sus datos para entrenar modelos de IA.
- Control post-empleo: garantizar que los empleados puedan llevar consigo sus gemelos digitales o al menos una versión de éstos al cambiar de trabajo, promoviendo la competencia justa.
- Normativas póstumas: establecer directrices claras sobre el uso de gemelos digitales después de la muerte de una persona, asegurando que se respeten sus deseos y los de su familia.
Reflexiones finales
El artículo de Todd A. Carpenter abre un debate necesario en torno a los gemelos digitales y su impacto en nuestra sociedad. Considero que este tema es una llamada a la acción para garantizar que la tecnología avance de manera responsable y equitativa. Su creación tiene el potencial de transformar la manera en que trabajamos, aprendemos y nos relacionamos, pero también conlleva riesgos que no podemos ignorar:
- Privacidad: ¿Qué ocurre si un gemelo digital es hackeado o manipulado? Esto podría poner en peligro la seguridad personal y empresarial.
- Desigualdad: el acceso a esta tecnología podría estar limitado a aquellos con recursos, ampliando la brecha digital.
- Dependencia tecnológica: ¿Qué pasa si una sociedad depende tanto de los gemelos digitales que la autonomía individual se diluye?
En última instancia, el futuro de los gemelos digitales dependerá de nuestra capacidad para equilibrar la innovación con la protección de los derechos humanos y la dignidad individual. ¿Estamos preparados para enfrentar este desafío? Esa es una pregunta que solo el tiempo y nuestras decisiones colectivas podrán responder.
Precio de Bitcoin de hoy
Puede ver el precio de hoy de Bitcoin aquí, así como también el precio de hoy de Ethereum y de las principales criptomonedas. Por Emilio Carrillo Peñafiel, abogado especializado en temas de financiamiento, tecnología y M&A. X: @ecarrillop; página web: pcga.mx. Las opiniones expresadas son personales del autor y no constituyen recomendaciones de inversión; las inversiones en tecnologías novedosas son de muy alto riesgo y cabe la posibilidad de que todos los recursos destinados a ellas podrían perderse.