Desde el inicio de su gobierno en diciembre de 2018, el presidente Andrés Manuel López Obrador implementó una nueva estrategia de comunicación que marcaría su administración: las conferencias mañaneras. Este mecanismo, que utilizó previamente durante su mandato como jefe de gobierno del entonces Distrito Federal, ahora Ciudad de México, entre 2000 y 2006, fue replicado a nivel nacional para mantener contacto directo con la población, fijar la agenda pública y dar a conocer los avances y acciones de su gobierno.
Las mañaneras, celebradas en el Salón Tesorería de Palacio Nacional a partir de las 7:00 a.m., se convirtieron en un espacio en el que López Obrador no solo daba información, sino que también respondía preguntas de periodistas, con el objetivo de transmitir transparencia y mantener una conexión constante con el pueblo mexicano. A lo largo de su sexenio, las conferencias mañaneras se consolidaron como el principal medio de comunicación gubernamental, al grado de que gobernadores, funcionarios y representantes de diferentes áreas de la administración pública también comenzaron a replicar este formato en sus propias entidades.
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Durante sus seis años de gobierno, López Obrador no faltó a su compromiso diario con los medios de comunicación y el pueblo. A través de estas conferencias, abordó temas cruciales para el país, como la pandemia del COVID-19, la inseguridad, la economía, la distribución de los programas sociales y hasta la famosa rifa del avión presidencial. Las mañaneras se convirtieron en un espacio multifuncional, en el que no solo se informaba, sino que también se presentaban iniciativas, se criticaba a adversarios y se realizaban anuncios importantes sobre la política interna y externa de México.
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6 años: 1,438 mañaneras en total
De acuerdo con Jesús Ramírez, Coordinador General de Comunicación Social, hasta el último día de su gobierno, el presidente López Obrador realizó un total de mil 438 conferencias mañaneras. Estas conferencias se llevaron a cabo prácticamente todos los días hábiles de su administración, desde las 7:00 a.m., y en ellas el mandatario trató de marcar la agenda mediática, explicando las decisiones de su gobierno, criticando a la oposición y respondiendo preguntas de periodistas.
Uno de los aspectos que más destacaron de estas conferencias fue la capacidad de AMLO para utilizar las mañaneras como una herramienta política para generar cercanía con el pueblo mexicano, fortaleciendo su imagen de presidente cercano y accesible. López Obrador, a diferencia de sus predecesores, no delegó este espacio a sus voceros o a otros funcionarios, sino que fue él mismo quien encabezó prácticamente todas las conferencias, un hecho que resalta su estilo de liderazgo.
Las mañaneras también sirvieron como una especie de "gabinete en vivo", en donde distintos funcionarios tomaban la palabra para explicar avances en sus respectivas áreas. Entre ellos, destacaron figuras como Ricardo Sheffield, de la Profeco, o Ariadna Montiel, encargada de la distribución de programas sociales. A menudo, López Obrador utilizaba la metáfora del béisbol para describir su participación y la de sus colaboradores en las conferencias, comparándose a sí mismo como el bateador principal que abría el juego y daba paso a otros "bateadores de línea" o "bateadores de potencia".
La relevancia de las mañaneras
A lo largo de su sexenio, la conferencia mañanera fue utilizada como un canal clave para abordar temas de coyuntura, como la pandemia de COVID-19, en la que Hugo López-Gatell, subsecretario de Salud, tuvo un papel protagónico. A través de estas conferencias, se dieron a conocer las medidas de contención, la estrategia de vacunación y el estado de los hospitales en medio de la crisis sanitaria. Este tipo de comunicación directa fue fundamental para mantener informada a la población sobre los retos y avances en el combate a la pandemia.
Otro momento destacado de las mañaneras fue la rifa simbólica del avión presidencial, un tema recurrente que López Obrador utilizó para criticar el exceso de sus predecesores y para promover una política de austeridad. La conferencia matutina también fue el espacio donde se discutieron temas de justicia, como el destino de las propiedades incautadas al crimen organizado, que se subastaron para financiar obras públicas y programas sociales.
El formato de las mañaneras generó tanto simpatizantes como detractores. Mientras que muchos aplaudieron la transparencia y accesibilidad que representaban, otros criticaron el uso del espacio para descalificar a la prensa y a la oposición, o para desviar la atención de temas sensibles. A pesar de las críticas, es innegable que las conferencias mañaneras se convirtieron en un sello distintivo del sexenio de López Obrador y un ejemplo de cómo un líder puede utilizar los medios de comunicación para establecer su narrativa.
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