La serie y los videojuegos de "The Last of Us" son solo algunas referencias de cómo el mundo ha encontrado cierta fascinación por mundos distópicos y apocalípticos, siempre de la mano de los muy populares "zombies". En esta famosa franquicia, la humanidad se ve afectada por un infeccioso hongo de nombre Cordyceps. Aunque en la realidad, solo afecta a insectos, la serie ha generado un interés renovado en las infecciones fúngicas y su posible impacto en los humanos.
En 2021, un micólogo en India contrajo una infección por el hongo Chondrostereum purpureum, conocido como el "asesino de árboles". Este caso sorprendió a la comunidad científica porque se pensaba que este hongo solo atacaba plantas. La infección en humanos, aunque rara, destaca una amenaza creciente: el cambio climático puede facilitar la expansión de patógenos fúngicos. La profesora Edith Sánchez Paredes de la UNAM enfatizó que, aunque un apocalipsis zombi es improbable, no debemos subestimar las infecciones fúngicas.
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Patógenos fúngicos y el impacto del cambio climático
Para que los hongos patógenos infecten a los humanos, se requieren ciertas condiciones. Estos hongos son oportunistas y tienden a infectar a personas con sistemas inmunológicos comprometidos o predisposiciones genéticas. El caso del micólogo indio sugiere que el cambio climático podría estar alterando estas condiciones, permitiendo que los hongos sobrevivan y se adapten a temperaturas más altas.
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La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha listado 19 hongos que representan un gran riesgo para los humanos, clasificados en tres niveles de prioridad: crítica, alta y media. Entre los hongos de prioridad crítica se encuentran Aspergillus fumigatus, Candida albicans, Cryptococcus neoformans y Candida auris. Este último ha causado brotes recientes en varios países, como Estados Unidos, Argentina y España, y es especialmente preocupante por su resistencia a los medicamentos.
El reto de Candida auris
Candida auris es especialmente difícil de tratar debido a su capacidad de adaptación y resistencia a los antifúngicos. Su diagnóstico es complicado, ya que sus características son indistinguibles de otros hongos, lo que puede llevar a diagnósticos y tratamientos incorrectos. Un estudio de la Universidad de Duke sugiere que el calentamiento global podría agravar estas enfermedades fúngicas, ya que las temperaturas más altas provocan cambios genéticos rápidos en los hongos.
La profesora Sánchez Paredes advierte que los gobiernos deben prestar más atención a las enfermedades fúngicas. Aunque no son frecuentes, su mortalidad es alta y el desarrollo de tratamientos es complejo y costoso. Es crucial invertir en investigación y desarrollo de nuevos métodos de diagnóstico y medicamentos para contrarrestar estas infecciones.
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