En el fascinante mundo de la numismática mexicana, las monedas de 20 pesos destacan no solo por su valor económico, sino también por su riqueza histórica y material. Dos ejemplos significativos son la Moneda de 20 Pesos de Oro Azteca y la Moneda de 20 Nuevos Pesos con centro de plata, ambas piezas representativas de diferentes períodos y composiciones que las convierten en objetos de deseo tanto para coleccionistas como para inversionistas.
Moneda de 20 Pesos de Oro Azteca:
La Moneda de 20 Pesos de Oro Azteca forma parte de la serie del Centenario, una colección conmemorativa que celebra eventos importantes en la historia de México. Es la segunda moneda de mayor tamaño después de la de 50 pesos y se distingue por su contenido en oro puro de alta calidad. Con un peso total de 16.67 gramos y un diámetro de 27.5 mm, esta moneda contiene 15 gramos de oro puro de ley 0.900 (21.6 kilates). Este diseño incluye un calendario azteca, añadiendo un valor cultural y estético significativo a su composición.
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Moneda de 20 Nuevos Pesos con Centro de Plata:
Por otro lado, la Moneda de 20 Nuevos Pesos es una pieza bimetálica que combina plata y bronce de aluminio. Emitida durante el período de transición hacia el Nuevo Peso en México, circuló entre los años 1993 y 1995. Con un peso de 16.996 gramos y un diámetro de 32 mm, esta moneda es conocida por su centro de plata 925, lo que significa que contiene 92.5% de plata pura, aproximadamente 7.776 gramos en términos de peso troy. Este diseño bimetálico no solo añade un aspecto visual distintivo a la moneda, sino que también resalta su valor intrínseco y su composición tecnológica avanzada para la época de su emisión.
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Ambas monedas no solo son objetos de colección altamente valorados por su contenido en metales preciosos y su diseño conmemorativo, sino que también son reflejo de la rica historia y cultura de México. Desde el imponente calendario azteca grabado en oro hasta la elegante combinación de plata y bronce en la moneda bimetálica, cada una cuenta una historia única que va más allá de su valor económico. Son testimonios tangibles del arte y la artesanía numismática mexicana, atrayendo tanto a coleccionistas nacionales como internacionales que buscan poseer un pedazo de historia en forma de metal precioso.
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