LA NADA Y UNO

Los extraños efectos del uso del Visor de Apple, así afecta tu cerebro

Concluimos que la experiencia puede causar asombro y prestarse para [ejecutar] muchísimas aplicaciones, pero probablemente cause efectos visuales secundarios, errores en la estimación de distancias, induzca el mareo por simulación e interfiera con las conexiones sociales.

La tecnología de Apple puede llegar a ser perjudicialCréditos: Especial
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Luego de leer todos los elogios que la prensa tecnológica está realizando al visor Apple Vision Pro, un “gadget” con precio de US$3,500.00 que salió al mercado la primera semana de febrero, he intentado hallar artículos que lo traten con seriedad pues no se trata de un “juguete” cualquiera.

Este visor, al igual que el Quest 3 y el Quest Pro de Meta, utiliza lo que se conoce como video de “passthrough”: cámaras y otros sensores que capturan imágenes del mundo exterior y las reproducen dentro del dispositivo. Estos aparatos presentan al usuario un entorno sintético que aparenta ser el real, pero con aplicaciones de Apple y otros elementos artificiales flotando frente a nuestros ojos.

Tuve la suerte de encontrar este artículo publicado por Adam Rogers en Business Insider y quien cita a varios expertos y estudios interesantes en torno a la experiencia de uso del Apple Vision Pro durante un período prolongado, cuyas propuestas expongo a continuación.

Escribo en primera persona para facilitar su lectura, pero pido por favor considere que todas ideas y citas que aparecen a continuación las son o han sido referidas por Adam Rogers.

Varios investigadores han encontrado que la inmersión generalizada y de largo plazo en visores de realidad virtual podría cambiar tanto la forma en que percibimos el mundo, como al resto de los seres humanos. Estos investigadores sugieren que nuestros cerebros están a punto de someterse a un experimento masivo que podría reconfigurar nuestra percepción del mundo.

Dificultad para juzgar distancias

Los efectos secundarios a corto plazo de la inmersión frecuente en la realidad virtual están bien documentados: las personas en entornos sintéticos tienden a juzgar mal las distancias, tanto a lo lejos como de cerca.

Los entornos virtuales, con su menor resolución y sus tres dimensiones sintéticas, empeoran las dificultades que en la realidad ordinaria tenemos para percibir las distancias (tales como impedimentos visuales o variaciones en iluminación).

Ello es especialmente peligroso “si eres uno de esos usuarios que publican videos de sí mismos haciendo cosas como andar en patín y conducir al mismo tiempo mientras usas un visor ‘passthrough’: piensas que tus manos están en un lugar mientras están en otro, y muy pronto estás conduciendo tu coche a través de un supermercado”.

Los objetos percibidos a través de un visor también pueden ser distorsionados: las cosas se deforman y cambian de tamaño o forma o color, especialmente cuando el usuario mueve la cabeza hacia un extremo u otro. Una representación de video no puede competir con la velocidad de procesamiento y la fidelidad de nuestros ojos y cerebro.

El uso prolongado del Vision Pro agudiza los problemas

Todas las anteriores pueden ser molestias menores. Pero usar visores que alteran la percepción durante varios días, como lo hizo el equipo de investigadores del Laboratorio de Interacción Virtual-Humana de la Universidad de Stanford, liderados por su director, Jeremy Bailenson, empeora los problemas.

El equipo del laboratorio usó Vision Pros y Quests alrededor de ciertos campus universitarios durante un par de semanas, tratando de hacer todas las cosas que habrían realizado sin ellos (con un supervisor cerca en caso de que tropezaran o chocaran con una pared).

Todos los participantes experimentaron “mareo de simulador”: náuseas, dolores de cabeza y mareos. Y sintieron todos los efectos de distancia y distorsión: pensaron que los botones del elevador estaban más allá de lo que alcanzaban con sus dedos, o tuvieron dificultades para llevar la comida a sus bocas. Pero como cualquiera de nosotros, se adaptaron; sus cerebros y músculos aprendieron a compensar su nueva visión del mundo.

Diferentes versiones de la realidad virtual

La adaptación parece una solución a estos problemas, pero no lo es. El ciberpunk de la vieja escuela imaginaba la realidad virtual como un entorno sintético que lo abarcaba todo. Los tecnólogos de la nueva escuela nos proponen una realidad aumentada con ventanas emergentes digitales flotando sobre hojas transparentes. Desde el punto de vista, el “passthrough” es la solución menos mala, pero sus consecuencias sociales son aterradoras.

El “passthrough” captura y luego re-crea la realidad, lo que puede tener un efecto perturbador: cuando los colegas del Laboratorio de Interacción Virtual-Humana intentaron platicar con otras personas, el mundo se convirtió en una llamada de “Zoom” gigantesca y confusa.

Las videollamadas, como todos hemos experimentado, están plagadas de retrasos en las respuestas y de señales sociales no percibidas. Las conversaciones pierden sutileza, pero son lo suficientemente buenas para una breve interacción. El “passthrough” hace que las personas con las que hablas comiencen a parecer irreales. De cerca, parecen avatares. A lo lejos, se convierten en parte del fondo de pantalla.

Borrado de la realidad

Además, el uso prolongado de visores de “passthrough” podría hacer que sea más fácil pensar en otras personas como no-humanos, personajes “de relleno” de un valle inquietante y artificial. Y eso no es todo. “Estos visores no solo pueden agregar cosas al mundo real, también pueden eliminarlas”, dice Bailenson.

¿Atrapado en un autobús lleno? Elimine a todos los pasajeros y reemplácelos con una cabina de primera clase vacía, en un avión. ¿Odia los anuncios intrusivos que se ven en la calle? Reemplace todas las imágenes comerciales con sus vistas relajantes favoritas.

Pero ¿qué pasa cuando la tecnología es lo suficientemente buena como para eliminar, digamos, a las personas en situación de calle? ¿O las banderas del Orgullo Gay? Ocurre literalmente una eliminación de la realidad. “Las personas estarán en el mismo lugar físico, experimentando simultáneamente versiones diferentes del mundo.

Vamos a perder el espacio común”, comenta Bailenson. El acuerdo en torno a la realidad que percibimos estará aún más lejos de alcanzarse.

La principal preocupación: el tiempo de uso

No es la tecnología lo que preocupa a Rogers y Bailenson. Es el tiempo que podríamos estar inmersos en estos visores. Rogers nos recuerda que hace una década más o menos, nadie se detuvo a considerar las consecuencias no deseadas que trajera consigo el empujar a millones de personas a utilizar redes sociales imposibles de moderar.

Y todo salió relativamente bien. Ahora estamos a punto de meter a millones de personas en cascos que nos proveen de realidades individualizadas y editables.

Termino aconsejándolo como Rogers: estos visores son maravillosos, pero debemos quitárnoslos de la cabeza de vez en cuando – tanto Apple como Meta desearían que viviéramos dentro de esa realidad aumentada ­– pues mientras más tiempo los mantengamos puestos, más nos convertiremos en un conejillo de indias humano (con una muy mala apreciación de las distancias).

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Por Emilio Carrillo, abogado especializado en temas de financiamiento, tecnología y M&A. Twitter: @ecarrillop; página web: www.bcarrillog.com. Las opiniones expresadas son personales del autor y no constituyen recomendaciones de inversión; las inversiones en tecnologías novedosas son de muy alto riesgo y cabe la posibilidad de que todos los recursos destinados a ellas podrían perderse.