LA NADA Y UNO

Seguridad, privacidad y legalidad: Pilares de la recolección de información y las empresas privadas

En un mundo inundado de datos digitales, empresas privadas especializadas en recolección de información compiten ahora con agencias estatales convirtiéndonos a todos en espías potenciales y transformando el antiguo arte del espionaje en una carrera tecnológica-armamentista de alto riesgo.

¿El uso y recopilación de datos personales es inevitable?Créditos: Especial
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La capacidad de las empresas privadas para detectar ataques a la infraestructura de diversos países, supera a la de muchos gobiernos. Este es un fenómeno nunca antes visto, de acuerdo con los historiadores de la tecnología. De aquí que le presento los temas que me parecieron más importantes en un artículo escrito por Shashank Joshi y publicado por la revista digital Engelsberg Ideas, quien además es el editor de la revista The Economist para asuntos militares; solamente traducidos y editados por mí.

En 2014, Dan Geer, un destacado analista de seguridad informática, pronunció un discurso en la Conferencia RSA (una conferencia de temas de ciberseguridad) titulado “Ahora todos somos espías”.

Ahí destacó la creciente presencia de las computadoras en nuestro mundo y la forma en que éstas se infiltran en todos los aspectos de la vida, lo que lleva a un inevitable flujo de datos y transforma la esencia misma del proceso de recopilación de información.

Geer planteó una pregunta profunda: “¿Es posible que en un mundo totalmente digital llegue el momento en que todos puedan ver lo que antes solo podía ser visto por un director de inteligencia nacional?”.

El Incidente de Ciberespionaje de 2021

Un ejemplo vívido del panorama moderno del espionaje es un episodio que se desarrolló en 2021, cuando unos analistas de ciberseguridad notaron ciertas comunicaciones muy extrañas entre cámaras de circuito cerrado de televisión localizadas en Taiwán y Corea del Sur, y algunas partes críticas de la red eléctrica de India.

Tras una investigación, se descubrió que estas cámaras eran conductos para espías chinos que interactuaban con “malware” incrustado en lo profundo de la red eléctrica india. Este incidente no fue descubierto por una agencia gubernamental de inteligencia, sino por “Recorded Future”, una empresa privada con sede en Somerville, Massachusetts.

La deep web, la dark web y la ilusión del anonimato

A medida que las sociedades se han trasladado a la internet, también lo han hecho sus secretos. La “deep web” (una parte de la internet que no ha sido indizada por motores de búsqueda) y la “dark web” (la internet que requiere de software especializado para su acceso), a menudo asociadas con actividades anónimas e ilícitas, se han convertido en tesoros de información. Terroristas, criminales y extremistas explotan estos espacios, creyendo en la promesa del anonimato.

Sin embargo, este anonimato es en gran medida superficial: empresas privadas como “Flashpoint” se especializan en infiltrar comunidades de la “dark web”. Por ejemplo, al monitorear las carteras de criptomonedas de grupos extremistas, puede detectar actividades sospechosas que podrían sugerir un ataque terrorista o cibernético (o ambos) inminente.

Empresas privadas: las nuevas agencias de inteligencia

Las empresas que construyen la infraestructura digital del mundo moderno, como Microsoft, Google y Amazon, tienen un conocimiento sin precedentes sobre los datos que fluyen a través de sus redes. Con acceso a vastas cantidades de información, estas compañías funcionan como agencias de inteligencia. Microsoft, por ejemplo, procesa más de 78 billones de señales (mensajes entre diversos grupos) al día.

A través de este proceso, ha identificado numerosas amenazas, como al grupo de hackers chino “Volt Typhoon” que ha atacado infraestructura crítica estadounidense durante años.

Las empresas privadas también participan activamente en operaciones de inteligencia geopolítica. Durante las etapas tempranas de la guerra en Ucrania, las empresas occidentales de ciberseguridad estuvieron a la vanguardia de la defensa de las redes ucranianas contra los ciberataques rusos.

Estas empresas poseen conocimientos sobre amenazas extranjeras que a veces superan los de las agencias gubernamentales de inteligencia. Sin embargo, las empresas privadas no están completamente libres de restricciones en su actuación. Están sujetas a limitaciones legales y aunque poseen un poder y recursos considerables, no pueden irrumpir en edificios o “hackear” redes sin infringir la ley.

No obstante, la transparencia del trabajo de inteligencia del sector privado —publicando a menudo sus hallazgos a detalle— ha hecho que el trabajo de inteligencia sea más abierto, basado en pruebas y colaborativo.

Desafíos para las agencias de inteligencia tradicionales

El auge de la inteligencia proveniente del sector privado presenta tanto oportunidades como desafíos para las agencias de inteligencia tradicionales. Si bien las empresas privadas amplían la capacidad de recolección de los gobiernos, también le generan competencia. Para comenzar, el abismo entre los salarios en el sector privado y los cargos gubernamentales, combinado con condiciones laborales más atractivas en las empresas tecnológicas, ha dificultado que las agencias de inteligencia recluten talento de primer nivel.

Sin embargo, aunque las fuentes de inteligencia no secretas son cada vez más importantes, no pueden reemplazar por completo a la inteligencia secreta. Muchas piezas críticas de inteligencia, como los planes de guerra de Rusia o las ambiciones nucleares de Irán, todavía dependen de fuentes clasificadas.

La línea borrosa entre la inteligencia abierta y la secreta

El creciente uso de datos provenientes de fuentes abiertas (no secretas) no significa que la inteligencia secreta sea obsoleta. De hecho, la inteligencia más efectiva a menudo proviene de la fusión de datos públicos con información clasificada.

Sin embargo, esta fusión conlleva diversos desafíos: las agencias gubernamentales luchan por cerrar la brecha entre los datos no clasificados y los clasificados debido a restricciones legales y técnicas, especialmente atendiendo a la privacidad de la vida, salud y empleo (entre otras) de las personas cuyos datos poseen.

Además, aunque las empresas del sector privado pueden recolectar y analizar grandes cantidades de datos, a menudo están más limitadas por consideraciones legales y éticas que las agencias gubernamentales. Las democracias frecuentemente imponen regulaciones estrictas sobre lo que se puede y no se puede recolectar, y las agencias de inteligencia deben operar dentro de estos marcos legales.

Como resultado, las agencias de inteligencia a veces descubren que las empresas del sector privado tienen acceso a datos que sería difícil, si no imposible, que las entidades gubernamentales recolecten por sí mismas.

La paradoja de la inteligencia moderna

A medida que nuestro mundo se digitaliza más, la cantidad de datos disponibles para la recolección de inteligencia ha explotado. Sin embargo, esta abundancia de datos trae consigo una paradoja: si bien tenemos más herramientas para proteger nuestra privacidad, también hay más oportunidades para que esos datos se filtren al mundo.

Las revelaciones de Edward Snowden en 2013 impulsaron un debate público sobre la vigilancia gubernamental y el equilibrio entre seguridad y privacidad. Desde entonces, el cifrado de extremo a extremo se ha vuelto más frecuente, lo que dificulta que las agencias nacionales de inteligencia intercepten comunicaciones.

Sin embargo, aunque la criptografía protege nuestras comunicaciones, la gran cantidad de datos recopilados por los dispositivos digitales —desde nuestros teléfonos y autos hasta nuestros electrodomésticos inteligentes— crea nuevas vulnerabilidades. Existe ahora un ecosistema en expansión de empresas privadas dedicadas a recolectar, analizar y explotar estos datos.

Esta tendencia ha democratizado la recolección de inteligencia, pero también ha planteado importantes preguntas sobre la ética y la legalidad de tales operaciones.

El futuro de la inteligencia

La visión de Dan Geer en 2014, de un mundo donde el espionaje ya no es dominio exclusivo de las agencias nacionales se está haciendo realidad. Las empresas privadas, armadas con tecnología de punta y enormes conjuntos de datos, están desempeñando un papel cada vez más importante en la recolección de información; a menudo superando en capacidades a las agencias gubernamentales. La democratización de la inteligencia presenta tanto oportunidades como desafíos: si bien mejora la transparencia y la colaboración, también plantea preocupaciones éticas y amenaza el modelo tradicional de recolección de inteligencia.

A medida que miramos hacia el futuro, es probable que la inteligencia continúe evolucionando, con las empresas privadas y los datos de fuentes abiertas (no secretas) desempeñando un papel cada vez más relevante. Los gobiernos deben adaptarse a esta nueva realidad, haciendo de la colaboración con el sector privado una realidad mientras aseguran que se mantenga el equilibrio entre seguridad, privacidad y legalidad.

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