Del viernes 17 al martes 21 de noviembre pasados fuimos testigos de una serie de movimientos corporativos muy inusuales dentro de la empresa OpenAI, creadora de ChatGPT; mismos que nos muestran una importante división dentro de la industria de la inteligencia artificial.
Los hechos
De la información pública disponible sabemos que:
• El viernes 17 de noviembre, 4 de los 6 consejeros de OpenAI aprobaron el despido de Sam Altman, fundador de la empresa. Otro consejero y cofundador, Greg Brockman, renunció en solidaridad con Altman
• El domingo 19, Ilya Sutskever, científico en jefe, consejero y cofundador de OpenAI, reconoció públicamente que se había equivocado al votar a favor del despido de Sam Altman y solicitó su reinstalación como director general
• El lunes 20, Microsoft anunció la contratación de Sam Altman para encabezar una división de la empresa encargada de la realización de estudios avanzados en inteligencia artificial
• Ese mismo día, más del 95% de los empleados de OpenAI firmaron una carta anunciando que renunciarían a la empresa y seguirían a Sam Altman a Microsoft
• El martes 21 por la noche, OpenAI anunció la reinstalación de Sam Altman como director general, la de Greg Brockman como consejero, y el despido de los consejeros que votaron por el de Altman.
La historia de OpenAI: constantes luchas por el poder
OpenAI fue fundada en 2015 por Sam Altman y varios inversionistas entre los que se contaba Elon Musk, como respuesta a la creación de la empresa Deep Mind, ahora propiedad de Google (Alphabet), pionera en la investigación en inteligencia artificial.
Los fundadores de OpenAI la crearon como una entidad sin fines de lucro con el propósito de evitar tanto el involucramiento del interés comercial en la investigación de inteligencia artificial, como las obligaciones de rendición de cuentas a inversionistas. Pensaban que podrían costear las importantes inversiones que requiere la inteligencia artificial a través de donativos, pero fracasaron en ello.
Es así que en 2018 crearon OpenAI Global, una empresa comercial, capaz de fondearse a través de inversiones de socios capitalistas y la verdadera creadora de ChatGPT; ello provocó la primera salida de importancia: Elon Musk abandonó OpenAI ese mismo año.
Es en OpenAI Global donde Microsoft ha realizado importantes inversiones, por alrededor de 13 “billions” de dólares, y sin embargo no cuenta con un asiento en el consejo de esa empresa pues sus documentos de creación la colocan bajo el control de OpenAI (una entidad sin fines de lucro).
En 2021, un grupo importante de científicos también salió de OpenAI. Se rumora que esa salida se debió a divergencias entre las opiniones de dichos científicos y la de Sam Altman en torno a la seguridad de la inteligencia artificial y la forma en que esta preocupación estaba siendo atendida en la empresa.
Este grupo de científicos fundó Anthropic, una empresa también especializada en la investigación de inteligencia artificial y en la cual participan tanto Google como Amazon como socios, que tiene como foco principal la seguridad de esta tecnología.
El lanzamiento de ChatGPT
OpenAI, como sabemos, lanzó ChatGPT en noviembre de 2022 y fue un éxito rotundo e inesperado: la empresa calculaba lograr que alrededor de 10,000 usuarios se incorporaran cada semana a este Chatbot, sin embargo solo en el primer mes obtuvo más de un millón de ellos.
Esta situación se potenció con el talento de Sam Altman, quien en 2005 fundó Y Combinator, una aceleradora de empresas de nueva creación y que cuenta con Airnbnb y Rappi entre sus descubrimientos. Altman es un genio de los negocios que se especializa en brindar apoyo y hacer crecer a grandes escalas a aquellas empresas que le presentan ideas interesantes.
Altman de inmediato comenzó a buscar nuevos usos y aplicaciones para ChatGPT, probablemente desoyendo las preocupaciones que le hacían sus consejeros y científicos.
Entre éstos se cuenta Helen Toner, consejera de OpenAI y profesora de la Universidad de Georgetown, quien escribió un artículo especializado criticando el lanzamiento de ChatGPT al público, poco tiempo antes de que Sam Altman fuera despedido. Sus críticas hacen referencia a las preocupaciones de la señora Toner en torno a la seguridad de ChatGPT y sus implicaciones.
Dos bandos en lucha
La salida y posterior reinstalación de Sam Altman como director general de OpenAI muestra una lucha abierta entre dos campos: aquellos que creen que el interés comercial y el ánimo de lucro deben prevalecer en la investigación y desarrollo de la inteligencia artificial, y aquellos que opinan que el principal interés a proteger es el de la seguridad, tanto de los usuarios como del mundo en general dados los grandes interrogantes que aún se tienen en torno a esta tecnología.
De los hechos que aquí le narro, parecería que ha ganado el campo de los mercantilistas. Sin embargo las nuevas regulaciones emitidas por el gobierno de los Estados Unidos y la autorregulación aceptada por varias empresas en Inglaterra a inicios de este mes nos muestran que ambos bandos tienen aún mucho por negociar.
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Por: Emilio Carrillo, abogado especializado en temas de financiamiento, tecnología y M&A. Twitter: @ecarrillop; página web: www.bcarrillog.com. Las opiniones expresadas son personales del autor y no constituyen recomendaciones de inversión; las inversiones en tecnologías novedosas son de muy alto riesgo y cabe la posibilidad de que todos los recursos destinados a ellas podrían perderse.