Después de horas frente a pantallas que ponen a nuestra disposición información de todo tipo, ¿quién considera estar desinformado? Sin embargo, es muy común escuchar “no sé a quién creerle” o “ya estoy mareado con tanta noticia”.
La información es un insumo indispensable, especialmente relevante para ejercer nuestra ciudadanía, por eso hay países donde han decidido tener leyes específicas para combatir las noticias falsas y la desinformación.
En México se han presentado algunas iniciativas de ley para regular el fenómeno, sin embargo, el riesgo de que éstas obstaculicen la libertad de expresión las ha mantenido sólo como documentos de trabajo.
Dado que representan picos de atención, las campañas políticas que corren durante 2024 han evidenciado la crisis que tenemos en relación con el apego a la verdad.
Los medios de comunicación más activos han reaccionado armando metodologías y equipos para ofrecer el servicio de verificación de información, sin embargo, la información verificada jamás regresa con el mismo alcance ni a la misma audiencia que tuvo la información falsa o discutible.
Hemos podido ver en los debates televisados de las candidaturas a la Presidencia de la República cómo frente a información que los incrimina los actores políticos sólo dicen “eso es falso”, y pasan a otra cosa. Acto seguido ofrecen más información… Sin fuente.
La verificación de información se ha vuelto una actividad indispensable y un esfuerzo que debe reconocerse a quienes lo llevan a cabo, sin embargo, no ha resuelto nada porque mentir es más rápido, más barato y más impactante que verificar.
Mientras no se encuentre una manera sensata de frenar con leyes a quienes mienten o desinforman, medios de comunicación y ciudadanía debemos encontrar la forma de darle un alto costo político a quien difunda mentiras o desinforme.
Rodrigo Bengochea
Es editor, especialista en comunicación y marketing.
Twitter: @r_bengochea