Tras la pandemia por COVID-19 en 2020, muchas personas tuvieron que recurrir al uso de las videoconferencias en zoom para poder realizar diversas actividades como reuniones de trabajo, tomar clases o para poder sentirse más cerca de sus familiares y amistades a quienes no podían ver por las medidas de aislamiento o trabajo en home office.
Es así como plataformas como Zoom, Meet, Teams, Skype, entre otras tuvieron un gran aumento de demanda, tan solo en el caso de Zoom que pasó de tener alrededor de 71,6 millones de visitas mensuales en 2019 a un máximo histórico de 2.8 millones en 2020. Y aunque en su momento esta forma de comunicarse fue la solución para el problema del distanciamiento.
Lo cierto es que al pasar el tiempo la gente comenzó a sentirse agotadas después de usar las videoconferencias como el medio preferido por las y los jefes para mantenerse en contacto directo con sus empleados a la distancia, pero su excesivo uso, hizo que esto se volviera cansado y generara fatiga.
Fue esta la razón por la que científicos decidieron investigar sobre los efectos de las videollamadas en el cerebro y el corazón: "Las implicaciones personales de la fatiga de Zoom se extienden mucho más allá del mero cansancio... Las personas lidian con mayores niveles de estrés, una reducción en la productividad y una sensación generalizada de desconexión", comentó René Riedl, investigador de sistemas de información en la Universidad de Ciencias Aplicadas de Alta Austria en Steyr y la Universidad Johannes Kepler de Linz en Austria.
Para poder determinar los efectos de las videollamadas se realizó un estudio con 35 estudiantes universitarios donde los expusieron a conferencias de 50 minutos, algunas en forma presencial y otras en línea, donde analizaron los efectos mediante electrocardiografía (ECG) y electroencefalografía (EEG), al igual que se les entregó cuestionarios para preguntar sobre la fatiga y el estado de ánimo.
Entre los resultados encontraron que las personas que toman videollamadas por Zoom suelen presentar signos de fatiga, somnolencia, tristeza y sentimientos negativos, además los estudiantes comentaron que se sentían cansados, hartos, menos felices, animados y activos, y somnolientos.
"Basándonos en los resultados de nuestra investigación, recomendamos un descanso después de 30 minutos, porque descubrimos que después de 50 minutos de videoconferencia, se podían observar cambios significativos en la fatiga fisiológica y subjetiva. Además, podría ser útil utilizar funciones como la 'vista del hablante' para mitigar la intensidad del contacto visual continúo percibido", aconsejó Riedl.
Además, las videollamadas desafían la visión central del cerebro, ya que este tiene que decodificar a varias personas a la vez, por lo que no permite que el cerebro se enfoqué por completo en algo en particular, esto provoca que las personas sean menos participativas durante las videollamadas, por lo que, para la productividad en las empresas, la mejor opción será dejar de tomar muchas juntas virtuales.