Desde simples imágenes de memes y ropa digital hasta videos de los momentos más históricos del deporte se intercambian como NFT (token no fungible) en internet. Es difícil de creer que estos activos digitales se intercambien por millones de dólares entre inversionistas.
¿Cuál es el punto? Son imágenes o videos que podemos ver, descargar, compartir y en cualquier momento de forma ilimitada. Todo lo que necesitamos para poder hacerlo, es una conexión a internet. Y es que, aunque parezca contradictorio, los NFT, derivan su valor de la escasez, como cualquier otro bien.
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Dichos token, viven y se intercambian dentro de la misma tecnología que las criptomonedas: la cadena de bloques (blockchain). En términos simples, la cadena de bloques es un registro de dos conceptos: la propiedad de los token y el intercambio de estos entre usuarios. Suena muy parecido al registro que mantienen los bancos con nuestro dinero.
Un NFT, en su carácter de token, difiere de las criptomonedas en el sentido de que es no fungible. Esto significa que, a diferencia de otros criptoactivos, como la moneda nacional o el bitcoin, su valor no es directamente comparable con el de otros. Podemos decir que cinco monedas de un peso equivalen a una moneda de cinco pesos. No es el caso con los NFT, por lo qué podríamos concluir que su valor es único en relación con otros.
El resultado de la combinación de los NFT con un blockchain es un registro de autenticidad de un token de valor único y por lo tanto escaso. Al ser éste de valor único, la oferta es limitada y en consecuencia, es la demanda el factor responsable de alterar el precio.
Cabe aclarar que, aunque el registro de propiedad existe en la cadena de bloques, actualmente no existe ningún vínculo con la ley en México, por lo que ésta propiedad es únicamente reconocida entre los participantes de la red del NFT.
Y así como el arte y otros bienes de lujo, los NFT encuentran su valor en el estatus o sentido de propiedad que trae el comprarlos. Claro, si alguien se interesa en ellos con la mera finalidad de especular, probablemente no alcance a percibir su valor real y verá el precio ajustarse rápidamente en función de la demanda del token, que, en muchos casos, no hace más que crecer junto con la ambición de los especuladores. Sólo el mercado podrá decirnos su alcance.
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