Este miércoles 25 de septiembre de 2024, la Tierra podría enfrentarse a una tormenta geomagnética como consecuencia de una eyección de masa coronal (CME) del Sol. Este fenómeno, que se originó el domingo 22 de septiembre, ha generado una gran expectativa en la comunidad científica, ya que se produce en una etapa del año donde las interacciones entre el Sol y la Tierra tienden a intensificarse debido al equinoccio de otoño.
La llamarada solar, que fue emitida desde una mancha solar designada AR3835, sorprendió a los científicos debido a que la región solar parecía estable y no se esperaba una actividad de este tipo. La erupción solar, clasificada como una llamarada de clase M, liberó un zarcillo de plasma solar a una velocidad vertiginosa de más de 650,000 millas por hora (1,046,073 kilómetros por hora), dirigiéndose hacia la Tierra.
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Las eyecciones de masa coronal son grandes explosiones de plasma y partículas cargadas que el Sol lanza al espacio, algunas de las cuales pueden alcanzar la Tierra. Normalmente, estos eventos no tendrían un impacto significativo en el planeta, ya que la magnetosfera terrestre, una especie de burbuja protectora formada por el campo magnético de la Tierra, desvía la mayor parte de estas partículas. Sin embargo, los científicos de la NASA y la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) han señalado que, dado que la erupción ocurrió cerca del equinoccio de otoño, el impacto podría ser diferente esta vez.
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La tormenta geomagnética y sus efectos potenciales en la Tierra
El equinoccio de otoño de 2024 tuvo lugar el domingo 22 de septiembre, marcando el inicio de la temporada otoñal en el hemisferio norte y de la primavera en el hemisferio sur. Durante los equinoccios, el eje de la Tierra se alinea con su órbita alrededor del Sol, lo que significa que el Sol se sitúa directamente sobre el ecuador y ambos hemisferios reciben cantidades casi iguales de luz diurna y nocturna.
Este alineamiento también tiene implicaciones en la interacción entre el campo magnético de la Tierra y el viento solar, las corrientes de partículas cargadas que emite el Sol. Cerca de los equinoccios, los campos magnéticos del Sol y de la Tierra tienden a alinearse, lo que permite que las partículas solares penetren con mayor facilidad la magnetosfera terrestre. Este fenómeno se conoce como el "efecto Russell-McPherron" y puede aumentar la probabilidad de que se produzcan tormentas geomagnéticas durante estos períodos.
Posibles riesgos y consecuencias de la tormenta geomagnética
Cuando las eyecciones de masa coronal impactan directamente la magnetosfera de la Tierra, pueden desencadenar tormentas geomagnéticas. Estas tormentas son fenómenos que pueden afectar la infraestructura tecnológica, en particular las comunicaciones satelitales y los sistemas eléctricos. En los casos más graves, una tormenta geomagnética severa podría provocar apagones eléctricos y la interrupción de señales de radio y GPS.
El Centro de Predicción del Clima Espacial de la NOAA clasifica las tormentas geomagnéticas en una escala que va de G1 a G5, siendo G5 el nivel más extremo y peligroso. Se espera que la tormenta potencial del miércoles sea de una magnitud G1 o G2, lo que implica un riesgo leve para la infraestructura en latitudes altas. En estos casos, los principales efectos que se podrían experimentar serían interrupciones leves en las comunicaciones por satélite y pequeños desajustes en los sistemas de navegación.
Sin embargo, las tormentas geomagnéticas también pueden tener efectos visuales impresionantes. Uno de los resultados más espectaculares es la aparición de auroras boreales y australes, que son generadas cuando las partículas cargadas del Sol interactúan con la atmósfera terrestre. Estas luces brillantes, que normalmente solo se ven cerca de los polos, podrían extenderse a latitudes más bajas en caso de una tormenta geomagnética intensa.
Aunque la tormenta geomagnética pronosticada para este 25 de septiembre no es de gran magnitud, las autoridades de predicción del clima espacial están monitoreando la situación de cerca. Los operadores de satélites, las empresas de energía eléctrica y los servicios de comunicaciones suelen tomar medidas preventivas durante estos eventos para evitar daños mayores.
Este fenómeno vuelve a poner de relieve el impacto del Sol en nuestra vida cotidiana y la importancia de comprender mejor la actividad solar, especialmente en períodos como los equinoccios, donde las condiciones favorecen la intensificación de estos fenómenos. Aunque esta vez se espera que la mayor parte del plasma solar no alcance la Tierra directamente, la alineación geomagnética temporal podría hacer de este evento algo digno de atención, tanto para los científicos como para los observadores del cielo que esperan disfrutar de las auroras.
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