La posibilidad de que las estrellas alberguen vida inteligente ha sido un tema fascinante en la astrobiología y la búsqueda de civilizaciones extraterrestres. Un concepto intrigante relacionado con esta búsqueda es la teoría de las esferas de Dyson, propuestas por el físico teórico Freeman Dyson en 1960. Él sugirió que civilizaciones extremadamente avanzadas podrían construir estructuras gigantescas alrededor de sus estrellas anfitrionas para captar y aprovechar su energía en forma de luz estelar.
Estas estructuras, conocidas como esferas de Dyson, podrían ser detectadas mediante la observación de firmas infrarrojas anómalas, ya que estas esferas emitirían calor residual. Es por eso buscarlas puede ofrecer una metodología emocionante y complementaria a la búsqueda tradicional de señales de vida extraterrestre basada en la comunicación. Esto, ya que a pesar de que aún no se ha confirmado la existencia de estas megaestructuras, los indicios encontrados en estrellas cercanas subrayan la importancia de seguir investigando
Recientemente, varios proyectos de observación se han dedicado a buscar estas hipotéticas esferas de Dyson. Estos proyectos utilizan la fotometría en el infrarrojo lejano (FIR), el infrarrojo cercano (NIR) y el infrarrojo medio (MIR) para detectar excesos de radiación infrarroja que no pueden ser explicados por fuentes naturales conocidas. Uno de estos proyectos, denominado Proyecto Hephaistos, ha analizado datos de misiones como Gaia DR2 y WISE para identificar estrellas que presentan estos excesos.
En total, se han analizado más de 108 millones de estrellas, encontrando indicios de posibles esferas de Dyson en al menos siete de ellas.
7 estrellas podrían tener esferas de Dyson y albergar vida inteligente
Las esferas de Dyson y estructuras similares han sido un tema de estudio en diversas investigaciones. Sin embargo, hasta la fecha, ningún estudio ha identificado candidatos fuertes para esta tecnología. La mayoría de los esfuerzos se han centrado en buscar esferas de Dyson completas, utilizando datos del satélite astronómico infrarrojo IRAS, que proporcionó información sobre unas 250,000 fuentes puntuales. Actualmente, se confía en encuestas fotométricas más amplias que abarcan longitudes de onda ópticas, NIR y MIR, con conteos de objetos que alcanzan hasta mil millones de objetivos.
En el contexto del Proyecto Hephaistos, se han establecido límites superiores sobre la prevalencia de esferas de Dyson parciales en la Vía Láctea. Los resultados indican que la fracción de estrellas que podrían albergar estas estructuras es tan baja como 1 en 100,000 objetos en las situaciones más restrictivas. Sin embargo, la fracción real es probablemente mucho menor debido a otros efectos como la emisión de polvo y la mezcla de fuentes.
Un equipo liderado por el astrofísico Benjamin Zuckerman ha analizado las emisiones infrarrojas de estas estrellas para detectar patrones que sugieren un exceso inexplicable por procesos estelares naturales. Las estrellas candidatas, principalmente enanas rojas, muestran características que podrían indicar la existencia de material artificial captando energía estelar, lo que respalda la posibilidad de actividad tecnológica avanzada en sus proximidades.
El estudio se publicó en la revista Monthly Notices of the Royal Astronomical Society, y pata hacerlo, se utilizó un programa informático para buscar emisiones infrarrojas excesivas (IEE) entre más de 5 millones de estrellas en nuestra galaxia. Este programa identificó siete estrellas como candidatas fuertes para albergar esferas de Dyson. Estas estrellas, todas enanas M, son más pequeñas y menos luminosas que el Sol y están ubicadas a menos de 1,000 años luz de la Tierra.
Es importante destacar que este no es el único estudio reciente que ha identificado posibles IEE. Un estudio similar analizó también alrededor de 5 millones de estrellas y encontró 53 posibles candidatos a IEE. Aunque ambos estudios utilizaron datos de Gaia, WISE y 2MASS, no está claro si analizaron el mismo conjunto de datos.
En ambos estudios, se consideraron factores que podrían producir resultados falsos positivos, como nebulosas que rodean a las estrellas. Sin embargo, es imposible descartar completamente otras explicaciones, como discos de escombros extremos que también pueden emitir exceso de radiación infrarroja. Los investigadores sugieren que el siguiente paso será realizar observaciones de seguimiento con instrumentos más potentes, como el telescopio espacial James Webb, para obtener lecturas más precisas y buscar otros signos de vida inteligente en estos sistemas.
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