El temor de un movimiento telúrico o temblor en el país es una constante, es especial, desde algunos de los sismos más catastróficos que han azotado el país, como el del 7 y 19 de septiembre de 2017, de magnitud 8.2 y 7.1 respectivamente; además del movimiento de 1985 o el de 1957 en la CDMX.
De acuerdo con información del Servicio Sismológico Nacional y el Instituto de Geofísica de la UNAM, México se encuentra en una región especialmente activa en términos tectónicos, ubicada en el encuentro de cinco placas tectónicas, la del Caribe, la del Pacífico, la de Norteamérica, la de Rivera y la de Cocos. De estas, las placas de Cocos y Rivera son particularmente significativas ya que están en proceso de subducción bajo la placa de Norteamérica. Esta configuración coloca a México en una zona propensa a la actividad sísmica, especialmente en los estados costeros del Pacífico, desde Chiapas hasta Jalisco, y en la región del Golfo de México.
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Según explican los expertos, la subducción es un proceso geológico en el que una placa tectónica se hunde bajo otra, lo cual puede generar sismos de gran magnitud. Un ejemplo de esto es el sismo de Japón en 2011, que rompió con patrones históricos y demostró que regiones que no se creían capaces de producir grandes sismos, en realidad sí poseían esa potencialidad.
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¿Es posible que México se enfrente a tu terremoto mucho más grande?
En el caso de México, la historia sísmica muestra eventos significativos, como el terremoto de Jalisco y Colima en 1932 de magnitud 8.2, y el más devastador de 1985 en Michoacán de magnitud 8.1. A estos se añade el terremoto en Oaxaca de 1787, estimado en una magnitud de hasta 8.6. Estos datos sugieren que la región tiene la capacidad de generar sismos de gran envergadura.
A raíz del terremoto de Japón en 2011 y la confirmación del sismo de Oaxaca de 1787, la comunidad sismológica mexicana comenzó a reconsiderar los escenarios posibles para futuros terremotos en México. Se plantean interrogantes sobre qué tanta magnitud máxima sea esperada y si es posible que se presente un sismo de magnitud comparable al de Japón en 2011, es decir, de magnitud 9.0. Para llegar a esta magnitud, se requeriría una ruptura a lo largo de toda la zona de subducción de la placa de Cocos, algo considerado poco probable dado el conocimiento actual y los sismos más recientes.
Para resolver estas preguntas cruciales y obtener un escenario más preciso, es esencial llevar a cabo estudios adicionales, especialmente en paleosismología a lo largo de la costa mexicana y estudios de acoplamiento entre las placas. Estos estudios ayudarían a comprender mejor el comportamiento del sistema de subducción y podrían proporcionar información vital sobre el potencial de futuros sismos.
Aunque jamás se espera que ocurran algunos de estos eventos, es necesario que se refuercen las medidas para su llegada. Esto incluye la educación sobre la preparación para desastres, el cumplimiento estricto de los códigos de construcción y el hecho de que se implemente un ordenamiento urbano que mitiguen los riesgos en caso de un terremoto.
Aquí puedes consultar el listado completo de los sismos más grandes ocurridos en México, de acuerdo con el Servicio Sismológico Nacional.
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