En 1704, Isaac Newton predijo el fin de nuestro planeta Tierra en algún momento antes del 2060, y para determinar la FECHA de la posible extinción de los seres humanos realizó una serie de cálculos matemáticos.
En lugar de estudiar lo que él llamó el “libro de la naturaleza”, tomó como fuente las supuestas profecías del libro de Apocalipsis. Si bien tales predicciones siempre han sido centrales para el cristianismo, a propios y extraños les sorprendió que un científico del renombre de Newton prestara atención a la doctrina religiosa que explica cómo será el supuesto fin de los tiempos.
A más de 300 años de las aportaciones de Isaac Newton, las predicciones científicas han calculado una posible FECHA exacta en que los seres humanos se extingan del planeta Tierra.
En la cosmovisión religiosa y científica, el fin de los tiempos significa el fin de la vida moderna como la conocemos, es decir, con el colapso de las sociedades industrializadas, la producción agrícola a gran escala, las cadenas de suministro, los climas estables, por mencionar algunas causas.
Desde finales de los sesenta, una sociedad de élite de ricos industriales y científicos conocida como el Club de Roma ha previsto que los grandes desastres en la Tierra comenzarían a ocurrir a principios del siglo XXI.
Una de las fuentes de su visión fue la utilización de un programa informático desarrollado en el MIT por el pionero informático y teórico de sistemas Jay Forrester, cuyo modelo de sostenibilidad global, uno de los primeros de su tipo, predijo el colapso de la civilización en 2040.
Entre los problemas que comenzarían a ocurrir previo a la extinción de los seres humanos en la Tierra están el crecimiento de la población, así como los altos niveles de contaminación.
Incluso, con los cálculos hechos por el Club de Roma se puede ver un gráfico que abarca los años 1900 a 2060 y en él podemos ver cómo la "calidad de vida" comienza a disminuir drásticamente después de 1940, y para 2020, predice el modelo, la métrica se contrae a los niveles de principios de siglo, alcanzando el fuerte aumento de la "Zed Curva” que traza los niveles de contaminación.
Pero a pesar de todo este pesimismo, vale la pena tener en cuenta que los modelos del futuro no son, de hecho, el futuro, y aunque se avecinen tiempos difíciles, ninguna teoría, por sofisticada que sea, puede dar cuenta de todo lo que ocurrirán en los próximos años.
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