Como bien sabes, la comida chatarra y alimentos con conservadores están compuestos por aditivos, que aún se están estudiando, ya que gracias al avance de la ciencia y la tecnología es posible detectar efectos dañinos que pudieron haberse escapado de la lupa de los investigadores, tal es el el caso del dióxido de titanio que está en tus chicles y caramelos que podría estar alterando el ADN de los consumidores.
A principios de 2022, la Unión Europea anunció que se prohíbe el dióxido de titanio para su uso como aditivo alimentario en todos los países que lo conforman, pues según un informe de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), no se podía descartar un efecto genotóxico del aditivo alimentario en el organismo humano.
¿Qué es el dióxido de titanio?
Pero hay que empezar por el principio así que ahora te contamos que el dióxido de titanio (E-171) es un colorante perteneciente al grupo de aditivos alimentarios que, hasta la fecha, se podía utilizar en la elaboración de alimentos dentro de la Unión Europea.
Este colorante se utiliza en productos de pastelería, sustitutos de crema para café, polvos para preparar agua de sabores, salsas, dulces, chicles y también golosinas por su potente color blanco que les da a los alimentos una apariencia más atractiva.
Este color pálido tan intenso es visible gracias a la capacidad del dióxido de titanio para reflejar toda la luz que le llega, por lo que no absorbe ninguna longitud de onda del espectro electromagnético visible.
El dióxido de titanio grado industrial se utiliza en productos como pinturas, papel, cerámicas, porcelanas, textiles y plásticos.
¿Por qué es peligroso para el ADN?
Como ya te mencionamos, la EFSA consideró que dicho aditivo podría tener un efecto genotóxico, esto significa que tiene la capacidad de dañar nuestro ADN.
El dióxido de titanio cuenta con una estructura basada al 50% en nanopartículas; los científicos creen que estas nanopartículas podrían penetrar en el interior del organismo y causar ciertos problemas.
De hecho, en 2019 la UNAM también inició un estudio sobre los posibles efectos del dióxido de titanio grado alimenticio en el sistema digestivo, pues señalan que podría agravar procesos inflamatorios ya presentes en el tracto intestinal, producto de males intestinales o colitis.
¿Debo tener miedo de los aditivos?
Es normal que tras esta noticia sobre el dióxido de titanio nos replanteemos la seguridad de los aditivos que consumimos a diario; sin embargo, algunos tienen la finalidad de protegernos frente a intoxicaciones alimentarias, como sucede con los conservadores o incluso hay algunos que se utilizan para mejorar texturas y prevenir la oxidación de las grasas como los emulsionantes y antioxidantes, respectivamente.
En el caso del dióxido de titanio tampoco debes de alarmarte ante la posibilidad de sufrir un daño inmediato a nuestro ADN ni que vayas a desarrollar un cáncer. No obstante, es recomendable reducir el consumo de productos que lo contengan pues actualmente la ciencia no puede descartar su perjuicio a largo plazo, y por eso se retirará progresivamente del mercado en la UE.
Esta no es la primera vez que un aditivo alimentario se prohíbe tras años de uso. De hecho, y aunque parezca contradictorio, esta prohibición es una prueba más del enorme control al que están sometidas estas sustancias en los alimentos que consumimos.
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